Luis Humberto Tovar Trujillo
Con motivo de las estrambóticas declaraciones de quien se anuncia como el representante de Colombia, donde manifestó ser el “jefe de Estado, y jefe del Fiscal General de la Nación”, he vuelto a releer una obra de Nicolas Maria Lopez Calera intitulada “YO, EL ESTADO”.
“Al estado como sustancia y no como accidente, pero en todo caso, Estado radicalmente democrático, esto es, fundado en los mas altos niveles de igualdad y de libertad de los individuos y los grupos sociales”. (sic)
Parece que el Estado es hoy una papa caliente en las manos de los políticos corruptos, de todos los pelambres, donde los que más hablan y predican contra la corrupción, no dejan de ser mas que sepulcros blanqueados, incapaces de liderar la transformación del estado, porque desaparecería la razón de ser de la supervivencia, la corrupción, y por ese camino van los teóricos del Estado también.
Acudir a la expresión “El Estado soy yo” (L’État c’est moi) es el lema del absolutismo acuñado por el rey de Francia y Navarra Luis XIV (1638-1715) desde 1643 hasta su muerte.
Según los historiadores, la afirmación “el Estado soy yo” fue pronunciada por el rey Luis XIV al ver el desacuerdo que la corte en París tenía frente a la aprobación de los edictos presentados por el monarca. La frase indica, lo absurdo que veía Luis XIV la discusión, ya que esperaba que todas sus propuestas fuesen aceptadas sin cuestionamientos.
La frase “El Estado soy yo” resume la concepción del derecho divino de gobernar que el rey o monarca tenía de nacimiento, transmitido por herencia, lo que lo situaba por encima de la ley.
Luis XIV, conocido también como “el Rey Sol”, representa el auge del período histórico conocido como absolutismo monárquico, que se caracterizó por la concentración de todo el poder en el monarca o gobernante.
Ha transcurrido bastante tiempo, y hasta siglos, para aparecer en nuestra patria como parte integrante de la pandemia populista y demagoga del socialismo del siglo XXI, que también le llaman comunismo cultural, encarnada en Petro, quien asume per se, hacer parte del derecho divino, amamantado por los senos de la divinidad que solo existe en su imaginario, y creerse superior a todos, incluso al mismo Estado, ante la negativa de la aprobación de sus propuestas demenciales, y sin cuestionamientos.
Propuestas como si fuera un monarca, recientemente actualizado con su viaje a España y Portugal, y los de su consorte a Londres.
La concepción del derecho divino de gobernar que el rey o monarca tenía de nacimiento, transmitido por herencia, lo que lo situaba por encima de la ley, es lo que ha anhelado el nuevo monarca colombiano, en ese resentimiento vulgar, por no haber heredado el medio de transmisión de la monarquía, que lo situaba por encima de la ley, como es la pretensión del monarca del Pacto Histórico.
Quiere tomarse por asalto, vías de hecho reiteradas, los procesos monárquicos, y aparecer promoviendo absolutismos de Estado, cuando se necesita, es un estado mínimo, menos estado, y menos intervención. Mas libertad y más orden.