Porque, “el que no conoce su historia esta condenado a repetirla” frase atribuida al poeta y filosofo de origen español, Jorge Agustín Nicolas Ruiz de Santayana y Borras.
Eso es cierto. En estos días la he estado repasando porque los últimos actos que le hemos conocido al presidente Gustavo Petro me retrotrajeron a principios del siglo XX, específicamente al año de 1.933 en Alemania. Lo hice porque los gestos que le he visto a Petro en sus alocuciones internas y externas durante sus arengas desde el balcon, sus visitas a otros países se perecen a los de Adolfo Hitler al inicio de su movimiento Nacional Socialista, que luego termino en el partido Nazi, porque así llamaron sus seguidores al Nacional socialismo alemán. Bien diferente al fascismo que fue un movimiento de opereta; el de Hitler fue de un estrato superior con la idea infame de la superioridad racial. Petro congresista nunca se ha rebajado a no usar prendas de vestir y zapatos que no sean de marca: zapatos Ferragamo, vestidos de la marca Boggi Milano, Gucci o Brunelli.
Petro cuando fue guerrillero del M-19 seguramente sufrió humillaciones de parte de sus compañeros durante el acuerdo de paz que ese grupo alzado en armas suscribió con el presidente Virgilio Vargas. Luego de la paz de Barco, el país fue testigo de la actitud pendenciera asumida por el entonces representante a la cámara y luego senador de la república Gustavo Petro, quien siempre coloco al país, ante la opinión pública, como una mierda. Cuando fue elegido alcalde por un escaso 30% de los votos de los bogotanos no se dedicó a gobernar sino a polemizar con todo y a hacer malas inversiones para la ciudad. En un lote que queda al frente del parque Jaime Duque en Briceño de Chía reposan los más de 287 carros recolectores de basura viejos que le costaron a los capitalinos más de $ 80.000 millones de pesos. (revista la otra cara)
Como parte de su accionar político le ha gustado organizar los grupos de choque en las calles al mejor estilo de los Nazis, como una reivindicación de la violencia, como expresión legitima de la política, el escuadrismo o primeras líneas, el desprecio a la democracia liberal y a las instituciones del estado, como ejemplo reciente tenemos la pelea contra el fiscal general de la nación, los desprecios a las altas cortes a las que dejo metidas después de haberlas invitado a palacio; a los mas de 300 alcaldes municipales a quienes dejo plantados en el salón rojo del Hotel Tequendama, y anteriormente a los alcaldes de capitales de igual manera los dejo metidos. A los Embajadores de países amigos acreditados en Colombia los dejo afuera de su agenda.
Aprovechando todo eso, antes, durante y después de la pandemia, y contando con la debilidad del gobierno de Iván Duque, se lanzó a la presidencia montado en el descredito de los partidos tradicionales a quienes luego llamo a ser parte de la coalición de gobierno, pero fue tal su desprecio por la clase política colombiana que antes de ser aprobadas sus reformas los echo a las patadas de la coalición. A Petro que le van a importar unas reformas peluqueadas, el, las quiere como las presento y punto.
Sabe utilizar a la perfección los medios y redes de comunicación para logara sus fines, lleva a extranjeros reconocidos, a elevados puestos, por haber sido responsables de la hecatombe económica en el Perú, a un tal Cesar Ferrari quien como gerente del banco central del hermano país lo quebró, ahora, ese sujeto va a dirigir la política económica de Colombia. ¿Qué estamos esperando?: Lo peor para nuestro pueblo. Para hacer todo eso, monta espectáculos mediáticos como los que acabo de mencionar. Mientras asistimos al sainete, se toma con cancerberos rabiosos las entidades que manejan nuestra economía. Poco a poco se va definiendo el momento propicio para dar el zarpazo al estado de derecho como lo ha venido urdiendo desde sus épocas del M-19. ¿Qué más nos hace falta saber de lo que se nos vino pierna arriba?