Aunque con alegría, muchas familias recordarán y celebrarán el Día de la Madre, hay verdades dolorosas en el Huila, como la destrucción de hogares debido a las ejecuciones extrajudiciales conocidas como falsos positivos. La vida de Esther Julia es una de las miles de historias de resiliencia, marcadas por las pérdidas y el dolor.
Diario del Huila, Huila
Por: Gloria Camargo
Pedirle a Dios fuerza y rezar, esa será la manera de poder sobrellevar el Día de las Madres para Esther Julia Trujillo Fiesco, una mujer nacida un 8 de marzo de 1951 en el municipio de La Plata, occidente del Huila, y que cuenta, entre lágrimas y sonrisas, como su vida se ha convertido en una historia de resiliencia.
Y es que no ha sido fácil, perdió a su madre cuando era muy joven, recuerda. Luego fue víctima de violencia doméstica por más de una década por su compañero sentimental, lo que le marcó la vida de recuerdos debido a las agresiones físicas, de las cuales fue víctima, junto con sus once hijos.
No obstante, el recuerdo más amargo y que nubla su corazón y sus ojos, a sus 72 años, se debe al Estado, ese mismo que debió protegerla, pero que al contrario, le arrebató su alegría, tras la ejecución extrajudicial de su hijo Winter Jackson Trujillo Trujillo, en hechos ocurridos en el municipio de Garzón, cuando tenía 26 años a manos del Batallón de Infantería Nro. 26 -Cacique Pigoanza.
Tras el asesinato de hijo en un falso positivo, ¿Qué piensa del Día de la Madre?
Para mi es algo sagrado pero desde que yo perdí a mi madre y a mis hijos, es más que todo triste, porque hoy en día no los tengo. El único que me acompañó hasta hace 10 años fue mi papá. Para mí, las madres son algo muy sagrado, porque ellas nunca lo dejan a uno así se hayan ido de este mundo.
¿Cómo se llamaba su mamá y su papá?
Mi mamá se llamaba Ismaelina Fiesco y mi papá Eladio Trujillo
¿Qué recuerda de su hijo Winter Jackson?
Primero me da tristeza, porque en primer lugar a mi hijo me lo mató el ejército, y él era muy pendiente de mí desde pequeñito. Cuando yo trabajaba lavando ropas ajenas y trabajaba también en casas de familia haciendo aseo y de comer, muchas veces yo dejaba la ropa enjabonada y cuando llegaba, él era quien me la dejaba lista. Él era muy de casa. Por ejemplo, aunque fuera una flor, desde niño, desde que empezó a caminar, la cogía y me la entregaba y decía que era por todos sus hermanos. Teníamos sueños como por ejemplo tener un pequeño negocio como una miscelánea o una tienda, eso era lo que queríamos hacer con él.
¿Cómo sucedieron los hechos?
Él tenía 26 años cumplidos cuando fue asesinado. Estos hechos ocurrieron en el municipio de Garzón, en el lado de Río loro, el 6 de abril de 2007, un viernes santo. Ese es el otro dolor que mantengo en mí. Psicológicamente, la verdad, lo único que me mantiene parada es el trabajo. A mí no me cabe en la cabeza que la gente en la que uno debe de creer y confiar, son los más asesinos. Él fue asesinado en ese municipio porque se había ido allá para conocer la plaza y al mes y medio de estar allá fue cuando lo cogió el Ejército y le dijeron que lo iban a tener en mira antes de Semana Santa y el viernes Santo fue que lo mataron. A él no lo uniformaron, simplemente le pusieron un arma y le pusieron el arma en la mano derecha, y él no era derecho, era zurdo como yo.
¿Ha tenido justicia tras el asesinato de su hijo?
No he tenido justicia por eso. Algunas personas me dicen que tras lo sucedido y por mi edad, yo ya debería tener ayuda o reparación del gobierno, pero a la fecha no ha pasado nada ni tampoco he tenido auxilio de ninguna clase. La verdad siempre que yo llego a una oficina, me dicen espere o así, entonces yo la verdad en vez de estar volteando, que para mí es un dolor, tristeza y amargura, prefiero irme a golpear puertas para me den aunque sea la lavada de las ollas y así poderme ganar el bocado de comida.
Doña Esther, pero la muerte de su hijo no ha sido la única pérdida que ha tenido que enfrentar en los últimos años. ¿Qué sucedió con el resto de su familia?
Yo perdí a tres seres, se puede decir que de seguido, porque a mi mamá la había perdido, desde muy joven. Mi papá murió de pena moral, porque mi hijo vivía pendiente de él, por lo menos veía que no llegaba a almorzar, a desayunar o a tomarse su tinto, y él empacaba el tinto y se lo llevaba a donde estaba mi papá. Y el hermano (su otro hijo) muchas veces se acordaba del hermano y a veces se ponía a tomar, hasta que fue atropellado por un taxi. Yo no lo niego, él se ponía a tomar pero él no era alcohólico o vicioso a la bebida.
¿Cómo ha hecho usted para sobreponerse, de cierta manera, a estas pérdidas?
Las personas en las que uno debería apoyarse son los que han cometido tantos asesinatos, pero todo queda ahí porque son los de cuello blanco, así que yo le agradezco a mucha gente de mi pueblo, que me veía pasar y me ponía cuidado y me sacaban del cementerio donde están mis viejos y mis hijos. A mí varias personas me sacaron del cementerio. Una vez yo me fui con una maceta y un cincel, y así duré harto tiempo hasta que una vecina me dijo que otra persona estaba necesitando alguien que le colaborara en la cocina. Yo mantenía era en el cementerio o encerrada llorando.
Usted es una persona creyente, ¿Qué le dice a Dios?
Solamente si uno se coge de la mano de Dios y se entrega a él, puede uno sobrevivir. Lo digo por experiencia. Ese ha sido mi motor, aunque a veces miró al cielo y le digo a mi Dios, “Señor, usted que está allá y que nos mira a todos, que conoce los sentimientos de cada uno de todos nosotros, ¿para qué me tiene ya en este mundo?”.
¿Y el resto de su familia?
Nadie me acompaña ahora, solo Dios y la virgen. Tengo tres hijas, pero ellas tienen su trabajo y sus hijos, y no tengo, como digo, el hijo que vivía más pendiente de mí, que era mi hijo Winter. Es muy triste. A veces pregunto, ¿cuántas mamás habrán en este mundo que por culpa del Ejército o de la Policía que padecen lo mismo que yo padezco?, ¿ese dolor de la pérdida de un ser querido y que a veces no es uno solo, sino como nos pasa muchas; dos, tres, cuatro?
Si usted pudiera hablar con aquellos que cometieron este crimen, ¿Qué les diría?
Yo les diría que se pongan la mano en el corazón y que si ellos nunca han sufrido ese dolor que uno padece al perder un ser querido.
¿Usted ya los pudo perdonar?
Lo que yo le diga de que los haya perdonado, no. Yo creo que no. Yo no puedo, que los perdone Dios pero por mi parte es algo muy doloroso, como digo primero perdí a mi mamá, después fui perdiendo a mis otros hijos pequeñitos por culpa también de ese señor (su excompañero sentimental),después perdí al otro hijo por culpa del Ejército, a mi papá por pena moral y a mi otro hijo también se puede decir por el mismo caso.
¿Cómo es su vida ahora?
Me sigo dedicando a lo mismo, en la cocina porque ya trabajo no es que me den. Por lo menos donde trabajé tanto tiempo me echaron durante la pandemia. Entonces, yo ahora le ruego a otras personas para que me den trabajo y como yo no soy perezosa para madrugar, entonces pues así sea con mi sonsera, me madrugo, prendo los fogones, empiezo a pelar papa. Mantengo en el campo, por allá me mandó a perder 15 o 20 días, y vengo al pueblo, pago los servicios y me devuelvo. Eso me da tranquilidad, el trabajo es el que me ayuda, porque me entrego al trabajo. Toda una vida, siempre ha sido así, así sea para lavar las ollas.
En el Día de la Madre, cuando muchas personas celebren, ¿Qué va hacer usted?
El Día de la Madre voy a rezar y pedirle a mi Dios que me dé fuerza, y pedirle por todas las mamás que han muerto y que han sido olvidadas.
A sus hijos, a sus padres, ¿Qué les diría si tuviera la oportunidad?
Yo los veo en mis sueños, siempre en mis sueños. A mi papá, a mi mamá. Muchas veces cuando estoy muy estresada o deprimida, me recuesto así tantico, y los veo. Siento como otros aires, como otra vida y me hablan. Por lo menos mi hijo Winter, siempre me dice “yo estoy bien mamá, por mí no sufra”.