Por: Diana Montes
A pesar de que el pico más alto de la crisis de salud mental ya pasó (ocurrió en el 2019, con 87 intentos de suicidio), las cifras registradas el año pasado en nuestro municipio de Garzón no fueron nada alentadoras (58 intentos de suicidio y 32 suicidios). Esta situación obliga a tomar cartas en el asunto, para que el sufrimiento que padecen familias y comunidad no sea tan lamentable.
La sociedad moderna produce en la psiquis de sus individuos sentimientos de aislamiento y soledad, que son los que, llevados al extremo, conducen a enfermedades mentales como la ansiedad, la depresión y el estrés. En su ensayo “Metrópolis y vida mental”, el sociólogo alemán Georg Simmel explica que a medida que avanza la urbanización de la sociedad, se va perdiendo el sentimiento de comunidad. Eso tiene un efecto positivo, porque esa ruptura permite la afirmación individual, pero, trae el efecto negativo del aislamiento.
Este grado de profundidad del problema, nos obliga a tener enfoques integrales y comunitarios, que vayan más allá de las terapias individuales. Por eso, propuestas que en principio parecerían no tener relación con la salud mental, tales como promover el acceso a la cultura y al deporte, y buscar políticas que aumenten las oportunidades para la gente, ayudan a contrarrestar esos determinantes sociales de la salud mental.
Es importante que la administración municipal busque convenios con las universidades que están en Garzón, que ofertan el programa de psicología, para abrir consultorios psicológicos que aporten a la solución de la crisis de salud mental. De la misma manera, capacitar a la policía, a los bomberos, a la defensa civil y trabajadores de organismos similares, para que atiendan episodios de crisis graves, tales como intentos de suicidio.
La propuesta puntual que tenemos para abordar este problema es conformar un equipo interdisciplinario, donde participen profesionales de la psicología, psiquiatría y del trabajo social, para que ayuden a coordinar distintos grupos de apoyo, de tal manera que personas de diferentes procedencias y que tengan un mismo problema, se brinden ayuda mutua. El modelo es el de “Alcohólicos Anónimos”, sólo que aplicado a este tipo de enfermedades mentales. Creemos que este abordaje comunitario del tratamiento psicológico es el correcto y debemos avanzar en esa dirección.