Por: Carlos Tobar
Desde la pasada semana los alumnos del Colegio Nacional Santa Librada están en cese de actividades. Pararon porque las instalaciones se les están (literalmente) cayendo encima.
La infraestructura de este centro educativo viene en deterioro progresivo desde hace décadas. Uno de los bloque de salones, de los tres que tiene, está fuera de servicio, incluso aislado mediante cercas, por el alto riesgo que implica para los alumnos y profesores.
Las fotografías que se conocen en la prensa y las redes sociales muestran techos destruidos, cielo rasos desplomados, paredes carcomidas, pasamanos de escaleras inexistentes, baños y baterías sanitarias descompuestas y, así, un largo etcétera.
No obstante, la gestión de sus directivas, que han logrado en los últimos años que la administración municipal invierta algo en el mantenimiento de las instalaciones, el cáncer que las carcome avanza a paso más rápido que la inercia de la burocracia estatal.
Lo último que se perdió fue la vieja piscina que, en la pandemia tuvo que ser desocupada y, cuando retornaron a actividades escolares se había fracturado, haciéndola inoperable.
Sin una sede digna, en medio de carencias de todo tipo, no hay una biblioteca decente, ni ayudas educativas, ni soporte digital…, los profesores que hoy laboran abnegadamente, bregan por impartir la educación que se comprometieron a dar a jóvenes que anhelan salir adelante.
Si las instalaciones no existen, la capacitación en los más avanzado del conocimiento mundial y las técnicas de enseñanza modernas sí que menos. Los programas continuados de formación a profesores hace décadas desapareció del presupuesto gubernamental a todos los niveles. Lo que se logra transmitir es producto del esfuerzo individual de los docentes.
Este panorama, que es el mismo de casi todas las instituciones educativas desde el nivel preescolar hasta el superior, es desalentador. La desesperanza cunde entre docentes y estudiantes. En esas condiciones es imposible capacitar a las nuevas generaciones para enfrentar un mundo que avanza a velocidades siderales: inteligencia artificial, revolución genética, tecnologías altamente sofisticadas en los procesos de producción, etc.
Esta vergüenza no puede seguir. La sociedad debe reaccionar. Hay que recuperar un colegio tan emblemático en la historia del Huila como el Santa Librada. Como se deben recuperar todas las instituciones de la educación pública. Como sea. Hay que hacer lo que sea necesario.
Cómo libraduno de una promoción del siglo pasado, convoco a todos los que recibimos los beneficios de nuestra querida alma máter, para que nos apersonemos de la recuperación del colegio. Es una deuda que tenemos que, no podemos soslayar.
Recordemos esa máxima que nos enseñaron y que quedó cincelada en nuestros cerebros: ¡la unión hace la fuerza!
Neiva, 5 de junio de 2023
