Con una masiva participación de opitas y turistas se llevó a cabo en el parque de la Música ‘Jorge Villamil Cordovez’ el Encuentro Municipal de Rajaleñas y el Concurso de la hojita.
DIARIO DEL HUILA, ASÍ VA EL FESTIVAL
Por: Andrea Ramírez.
El Parque de la Música continúa siendo epicentro de la cultura y las tradiciones huilenses, en el marco del 62 Festival del Bambuco en San Juan y San Pedro.
Los opitas vivieron el ‘Encuentro Municipal de Rajaleñas Adulto’, en el que participaron ocho agrupaciones, en su mayoría integradas por familias, quienes vienen transmitiendo de generación en generación estas tradiciones.
También se realizó el tradicional concurso de ‘Interpretación de la Hojita’, donde los participantes demostraron toda su destreza.
La tarde transcurrió entre rajaleñas picarescas, así como otras un tanto jocosas que animaron y alegraron a los asistentes.
El baile no se hizo esperar, pues al son de rajaleñas algunos se animaron a bailar y hasta taradear algunas de las coplas que les resultaron interesantes.
Concurso de la hojita
Uno de los momentos más destacados de la jornada fue el concurso de interpretación de la hojita, una antigua tradición del Huila y otras regiones de Colombia.
En el evento, los participantes demostraron su destreza y creatividad al hacer sonar diferentes tipos de hojas, desde hojas como la hoja de naranjo y la del mamoncillo que son las más utilizadas para crear melodías cautivadoras.
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El ambiente festivo y el entusiasmo de los asistentes crearon una atmósfera única y llena de tradición. La comunidad pudo disfrutar de la música, el baile y la emoción de presenciar esta manifestación cultural tan arraigada en la región.
¿y cuál es la hojita?
Es una hoja vegetal utilizada como instrumento. La hoja se dobla para aplicarle los labios que le imprimen un soplo vibratorio que resuena en la cavidad bucal, la cual es susceptible de producir variaciones del sonido y la tonalidad para producir melodías diferentes. Es común en los departamentos de Santander y Cundinamarca. Las bandas de hojitas son comunes en el departamento de Córdoba, donde se les considera como la iniciación musical de los niños que más adelante se vincularán a las bandas de viento. Entre los indígenas Piaroa también se utiliza, generalmente con hojitas de pasto. Se utilizan entre otras, las de guayabo, naranjo, limón y mandarino habitualmente.
¿La hojita es un instrumento?
Aunque muchos aseguran que no es un instrumento musical, Abel Gualy, experto en este instrumento ha dicho en diferentes oportunidades a este medio que sí, pues la hoja es capaz de sonar luego de aplicarle soplos vibratorios provenientes desde lo más profundo de su sentir huilense, al igual que cualquier instrumento musical. Poco le importa si es o no un instrumento, lo cierto es que cuando los bambucos se originan del vegetal, llaman la atención de cualquier persona que se encuentre a su lado.
“Para mí, la hojita es un instrumento de viento porque el instrumento de viento es el que usted tiene que sacar, viento de sus pulmones para hacerlo sonar, eso es lo que pasa con la hojita. Además, el Ministerio de Cultura declaró a la hojita como patrimonio inmaterial, fue una labor que se hizo con el Secretario de Cultura y con otras personas”, enfatizó.
Se está perdiendo la tradición
Hay preocupación en don Abel, se atreve a decir que solo hay cerca de 15 personas en el Huila que interpretan la hoja y que cada vez son menos. Según él, vivir de la cultura y las tradiciones es todo un desafío, y quizá, de ahí radica el desinterés de los jóvenes por darle continuidad a las prácticas de sus abuelos.
“A mí me gustaría que hubiera escuelas de formación en donde no solo se enseñara a interpretar la hojita, sino varios instrumentos que son autóctonos de la región, pero es muy difícil porque todo se está acabando, además no hay la cultura de pagarle bien a quienes se dedican a las labores de música tradicional, entonces por eso se pierde el interés en los jóvenes, muy pocas personas viven de la cultura en el departamento del Huila”, concluyó.
Aunque muy pocas personas están interesadas en proyectar el sonido de los bambucos a través de la hoja, don Abel no se resigna, le enseña a su nieto cada vez que puede a ubicar el instrumento en su boca, es tal vez, el último cartucho que le queda.
Este evento no solo promovió el folclore y la identidad cultural de la región, sino que también reafirmó el orgullo de ser opita y el deseo de preservar nuestras raíces para las futuras generaciones.