Montevideo sin agua
Por: Carlos Tobar
Una de las ciudades capitales de Suramérica, la ciudad de Montevideo – Uruguay, atraviesa uno de sus momentos más críticos en su historia. ¡Se quedó sin agua!
No tienen agua potable para consumo humano, ni para ninguna de las actividades que la sociedad realiza usando éste preciado líquido. Pensemos por un momento todas las cosas que a diario hacemos con agua y podremos dimensionar el drama de los montevideanos. La vida se vuelve desesperante: saciar la sed de nuestros cuerpos, preparar alimentos, asear las residencias, manejar baños, albercas, lavar ropa, limpiarnos las manos, la boca, los cuerpos, y un larguísimo etc.
Con desesperación, dice la noticia, están apelando al agua salobre del mar que están tomando del nivel freático de la ciudad, que es un puerto sobre el Océano Pacífico. Con un agravante, el sabor salobre de esas aguas destruye todo: no solamente los bienes materiales que se corroen, sino que los cuerpos humanos y los seres vivos (incluyendo las plantas) que enferman al tomar el agua de esa manera.
Casi todos los expertos señalan que las causas son múltiples. Pero, precisan que al menos dos son las principales responsables de este desastre medioambiental y social. Primero, la ocupación irracional de los territorios del Uruguay, ecosistemas frágiles, en donde la deforestación excesiva alteró el ciclo natural del agua, la biodiversidad y los servicios ecosistémicos. El otro, el cambio climático que ha desatado oleadas invernales y de calor extraordinarias ha producido en la última década alteraciones muy fuertes de las temperaturas del país. Sobre todo en los años 2021, 2022 y lo corrido de este 2023 en donde la sequía ha afectado regiones importantes de Argentina y Uruguay. Sus consecuencias están a la vista y las probabilidades de lluvias en el futuro inmediato se están diluyendo por la consolidación de un fenómeno del Niño en el segundo semestre de este año. El panorama no puede ser más desolador y la desesperanza cunde entre la población.
Un fenómeno como este, de sequía extrema, lo hemos vivido los colombianos en períodos pasados. Estamos saliendo de un fenómeno de la Niña de casi tres años que ha causado estragos incontables. Pero, un fenómeno del Niño nos causaría problemas tan o más graves que las generadas por las aguas en exceso.
Nuestros ecosistemas frágiles en muchas regiones del país, no tendrían como responder por las necesidades de agua de nuestras poblaciones. En el caso del Huila y de Neiva en particular, son conocidas las épocas de sequía extrema en los que hemos perdido cultivos, ganados, vidas humanas y el avance de la desertización de amplios territorios.
En la ciudad capital, se puede poner en peligro el abastecimiento de agua, cuyo afluente alimentador, el río de las Ceibas, en las épocas de estiaje ha presentado caudales mínimos insuficientes para abastecer los acueductos municipales.
Hay que estar ojo avizor y tomar todas las medidas de precaución necesarias.