Las mujeres buscan en la figura del tejido, una metáfora para su propio reconocimiento.
DIARIO DEL HUILA, CULTURA
Por: Miguel De León
Los sueños siempre encantan o trastornan. Y de ese vínculo agitado con nuestros sueños hacemos poesía. Incluso, para algunos, los sueños mismos son poesía. Y para entenderlo, recordemos como a finales del siglo XX, en México, concretamente en el estado de Chiapas, una mujer tuvo un sueño que transformó la vida de su comunidad. La gente contaba cómo soñó “con una deidad vestida de blanco con un traje ritual indígena, identificada por ella como La Virgen, la despertaba para pedirle que tejiera de nuevo el manto ritual, el huipil ceremonial, que todas habían olvidado cómo hacer.” Se trata de una túnica que lleva del cuello a la cintura varias líneas de imágenes bordadas meticulosamente. En esas líneas hay un relato, que las mujeres describen como un poema, cada línea es un verso. Ella fue a la iglesia, donde, gracias a la costumbre centenaria de cubrir a las estatuas de los santos más milagrosos con este tipo de huipiles, pudo observar varias obras y, «siguiendo también las imágenes de sus sueños», pudo aprender de nuevo a bordar las historias sagradas sobre sus telas. Después lo enseñó a otras mujeres de su pueblo. Ahora esa enseñanza forma parte de las funciones fundamentales de su comunidad.
La aparición de lo sagrado entre los suyos tiene en sus tejidos una vía privilegiada. El tejido es ahora un equivalente de los antiguos tatuajes que transformaban el cuerpo de los humanos uniéndolo con el cuerpo de los dioses, como en un sueño divino. De este modo, se puede “Tejer los hilos de los sueños en la poesía” manifiesta el escritor mejicano Alberto Ruy Sánchez al narrar esta historia como una conexión donde el tejido una la vida.
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Por eso, hablar de poesía, para estas mismas mujeres indígenas, es hablar de las «canciones tejidas», de los bordados de palabras que crean ese espacio de excepción donde surge de pronto lo sagrado en medio de las cosas de todos los días. Dice Mircea Eliade que en varias culturas «lunares» el oficio de tejer explica al mundo. La luna hila al tiempo y a las existencias humanas. Según él, en estas mitologías lunares donde el mundo es creado de nuevo periódicamente, hay un vínculo entre los destinos de los humanos y el trabajo femenino que se debe realizar casi a escondidas, lejos de la luz solar. Trabajo nocturno y secreto, como los sueños.
Es por ello que hablamos del tejido como un referente universal femenino. Recientemente, poetas locales publicaron la Colección Bibliográfica de Escritoras Huilenses algunos poemas que tienen que ver con el tejido. Son poetas que escriben y reescriben, tejen y destejen sus textos, atentas a ese peligro de que esta labor suponga un especial apego al pasado, pero decididas a formar parte activa del proceso de construir una nueva mirada, tejiendo de nuevo el mito de mujeres que tejen y/o saben, con la particularidad de que se trata de personajes tomados de la cosmovisión indígena. Porque las poetas tejen y destejen en su obra, y es, esta última, un reflejo de su conciencia, de su deseo de saber, de buscar esa verdad que, a menudo, es la palabra exacta. La reflexión sobre el mito y la realidad permiten que, incluso, empleen el concepto de tejer como lo hacen algunas ellas:
Yineth Angulo lo dice muy serena; “Yo, solitaria / Tejo mi nido de silencio / a la orilla de tu cuerpo,” recordando la soledad de las mujeres en ese proceso de aportar en la construcción de vida junto a su pareja. Figura muy parecida a la usada por Martha Andrade, para quien el proyecto de vida es una espacie de círculo, porque cuando se cree solucionado todo, volvemos a comenzar el ciclo; “al darme la vuelta se hilvanó de nuevo. / Ahora lo tengo más enredado”. Como una especie de tema del destino entretejido con la mujer misma que teje y como al final, sabe cómo tejer su vida, cómo darle sentido y trascendencia.
La poeta, nuestra contemporánea tejedora de sueños, indagando su maraña de raíces, tiene eso que llaman un «sueño lúcido»: tiene cierta conciencia de que está soñando. Y que esa parte es vívida, es expresión profunda de su alma. Tanto de lo que ésta aspira como de lo que es realmente. Por eso, para Rosa Collazos el amor también es cierta resignación, “ Perdí la batalla contra lo debido / ahora solo te espero / mientras mis manos tejen poesía”. Para otras poetas, el amor es construir un tejido de su cuerpo, es goce, festejo y paciencia. Por eso, para Amparo Andrade, el amor es un proceso de entereza; “He hecho muchos nudos / al tejerte en mi cuerpo.” Pero el amor es un encuentro de entusiasmo y de pasión. Y Ana Patricia Collazos lo dice en una figura muy erótica, “Te toco / y haces un nudo de mi / desnúdame para desatarme”.
Desde el arte del tejido y desde la escritura literaria, las mujeres van tejiendo palabras y se reúnen para dar vida a través de los hilos, a cuerpos libres que escriben deconstruyendo ideales estéticos hacia cada una. El tejer sus sentimientos las convoca en un espacio de compartir y de escritura. Sus obras nos llevan en la igualdad de los seres, a recorrer diversos tipos de puntadas y cuerpos. A entender la urdimbre de voces que somos.
DESDE EL TEJIDO SE HACE LITERATURA
Y las mujeres dan vida a sus obras poniendo en ellas una parte de la suya, como lo hace Patricia Villegas con los tejidos que realiza tejiendo ella misma las diferentes obras que expone regularmente en la región. Ella es una artista que teje. Es decir, realiza la acción de tejer a través de un bordado básico, utilizando hilos, lanas y en ocasiones, incluyendo pintura textil. En su caso se ha preocupado por enseñar a hilar y a tejer a otras mujeres, para recuperar algo que los indígenas recuerdan; «Antes hacían los hilos como ahora hacemos nuestros hijos. Los hacían ellas mismas con la fuerza de su carne». Patricia pone en sus tejidos fragmentos de poemas, imágenes poéticas y construye un libro donde va dejando en cada hijo fragmentos de la historia y de la vida misma.
YINETH ANGULO CUÉLLAR
Así como los pájaros
Tejen su nido en las ramas
Yo, solitaria
Tejo mi nido de silencio
A la orilla de tu cuerpo.
MARTHA CECILIA ANDRADE
RUECA
Recogí en el huso
Del tiempo ya vivido
Lo doblé y lo precipité al acantilado
Al darme la vuelta
Se hilvanó de nuevo.
Ahora lo tengo más enredado.
AMPARO ANDRADE LOAIZA
TAPIZ
Colores de la fiesta de tus vuelos.
He hecho muchos nudos
Al tejerte en mi cuerpo.
ROSA FERNANDA COLLAZOS
ESPERA
El viento de la noche
trae tus caricias a mi puerta.
El río me susurra tu nombre.
Y yo, en mi mente, lo repito mil veces
con miedo a olvidarlo.
Mi cuerpo reposa tranquilo
en espera del próximo encuentro.
Elevo oraciones al universo
pido por ti. Te pido.
“Me urges” leí en alguna parte
¿urgente? ó ¿necesario?
Me urges y te necesito.
Perdí la batalla contra lo debido.
Ahora solo te espero
mientras mis manos tejen poesía.
ANA PATRICIA COLLAZOS
TAPIZ
Desde que todo empezó
somos dos lazos
dos cintas infinitas
Independientes
El viento nos une por momentos
Rozamos pieles y orillas
hasta propiciar tormentas en cada madeja
Te toco
y haces un nudo de mí
Desnúdame para desatarme