DESHOJANDO MARGARITAS
Por Margarita Suárez
Tras el fallecimiento del maestro de la pintura y la escultura, Fernando Botero, vienen a mi memoria recuerdos de un personaje que admiré profundamente y que cada día será más gigante, gracias a su legado artístico que deslumbró al mundo y lo convirtió en el colombiano más ilustre de la historia reciente. Su estilo, con obras con gran volumetría, lo dieron a conocer como “el pintor de las gordas”, pero lejos de lo que cree la mayoría, Botero no tenía interés en representar “la gordura”, sino en desarrollar el valor plástico del volumen, punto principal de su propuesta. Fue un hombre sencillo, me atrevo a decir que tímido. Con mi esposo y mis hijos, lo conocimos en un local comercial de El Espinal, Tolima, comprando bizcochos de achira, avena y quesillo. Mientras degustaba de pie, frente al mostrador, las viandas típicas, como cualquier parroquiano, vestido de jeans y sombrero, se reconocieron mutuamente con mi esposo. Botero se sentó con nosotros a conversar, en un gesto propio de su humildad. Tenía fama de reservado, pero allí fue abierto al diálogo. Nos relató con bastante chispa, sus aventuras como maletilla. Botero quiso ser torero, incluso el mozo de espadas Álvaro Nosa, lo vistió en cierta ocasión con un traje de luces grana y oro. Su pasión por la tauromaquia precedió a su vocación pictórica. Siendo adolescente ingresó en una escuela taurina. El colorido de la fiesta brava lo indujo a realizar sus primeras acuarelas. Botero afirmaba que a través de los toros llegó su afición por la pintura. «Los toros hacen la vida fácil al pintor porque es una actividad que ya de por sí tiene mucho color. El traje de luces del matador, la arena, la barrera, el público. Es un tema maravilloso, le da poesía a la pintura». A César Rincón le pintó un capote de paseo con imágenes de pájaros y frutas, que fue bordado en su alrededor por expertos en ese oficio. “Este es un homenaje a todo lo mucho que usted ha hecho por dejar en alto el nombre de Colombia”, le dijo Botero el día que el torero lo estrenó en la plaza de Santamaría. Colombia ha perdido a su más grande exponente del arte, pintor y escultor universal, quien expresaba en las entrevistas que su éxito obedecía a “una mezcla entre talento, terquedad y entrega”.