Por: Harold Salamanca
Las imágenes de maltrato a un grupo empleados en una empresa de Ibagué que se hicieron virales, revelan un panorama real en el ámbito laboral de nuestro país, que aqueja a trabajadores de todos los sectores y afecta la integridad física de los colaboradores y su bienestar emocional y psicológico. Esta situación es una clara vulneración a los derechos fundamentales de quienes cada día se esfuerzan por sacar adelante sus labores.
Es innegable que la pandemia de COVID-19 ha traído consigo nuevos desafíos laborales, pero también ha arrojado luz sobre un problema preexistente que no podemos permitir que persista: el maltrato y el acoso laboral. La salud mental de los trabajadores es un pilar fundamental en cualquier lugar de trabajo, y es hora de abordar este tema con seriedad y determinación.
Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), aproximadamente el 30% de los trabajadores en el mundo han experimentado algún tipo de acoso laboral en algún momento de sus vidas laborales. Esto equivale a cientos de personas que han enfrentado situaciones que atentan contra su dignidad en sus lugares de trabajo.
El acoso y el maltrato laboral no solo afectan la salud mental de los trabajadores, sino que también tienen un impacto directo en su productividad y desempeño laboral. Cuando los empleados se sienten constantemente amenazados, despreciados o maltratados en el trabajo, su capacidad para concentrarse y realizar sus tareas se ve gravemente comprometida.
Es imperativo que se implementen políticas y procedimientos efectivos para prevenir y abordar el acoso laboral en todos los niveles de la empresa. Además, se requiere fomentar una cultura de respeto y apoyo en el trabajo, donde cada empleado se sienta valorado y protegido. La capacitación en conciencia y prevención del acoso debe ser obligatoria, y las denuncias de acoso deben manejarse con la máxima confidencialidad y diligencia.
Es hora de que las empresas y las autoridades tomen medidas concretas para abordar este problema. No podemos permitir que los trabajadores continúen padeciendo maltrato y acoso en su trabajo en silencio. La salud mental y emocional de nuestros trabajadores debe ser una prioridad, que se hace realidad con acciones concretas desde el ámbito empresarial, soportada en política pública construida por el estado desde el consenso. Como sociedad debemos comprometernos a crear y mantener ambientes laborales dignos, que promuevan el respeto, el crecimiento personal y profesional, seguros y saludables para todos.
