Por: Carlos Tobar
Estamos en plena campaña electoral para elegir gobernador. En un mes los huilenses iremos a las urnas para, haciendo uso de la democracia directa que nos otorga la constitución del 91, elegir la persona que nos represente y lidere los destinos de todos los huilenses.
Un liderazgo que debe significar enrutar por el camino del progreso económico y social a una región que, para vergüenza de todos, es la tercera con mayor índice de pobreza después de Chocó y Guajira. Tal la herencia de quienes han usufructuado el poder durante 30 años, para beneficio personal y, no del colectivo social.
Colombia ha sido a través de su historia un país con el poder político altamente concentrado en el nivel nacional. Cuando en 1988, empezamos a elegir alcaldes de manera directa y, posteriormente en 1992, gobernadores, se le abrió una puerta a la ciudadanía para que tomara en sus manos muchas de las decisiones de la vida local y regional.
Una apertura hacia la democracia que, debió empoderar a los ciudadanos en el ejercicio de la democracia directa, fue rápida y progresivamente, pervertida por las maquinarias partidistas de compra de votos. Microempresas electorales, aceitadas por el ejercicio del poder a los niveles nacional, regional y local (uso indebido de los presupuestos oficiales: contratos, empleos, becas, subsidios, etc.), abusando de la falta de cultura política de las gentes, asaltaron las instancias de poder a todos los niveles.
Con un ejercicio refinado y eficaz de compra de votos, se han repartido el poder en cada localidad o región entre dos o tres grupos que se turnan los cargos, especialmente de gobernador o alcalde. Es tan descarado el contubernio que en todas partes los ciudadanos los identifican sin dificultad. Su enriquecimiento está a la vista. Tan ostentoso y abusivo, como la pobreza que han sembrado.
Con la inesperada pérdida del poder en las elecciones presidenciales pasadas, los clanes electorales están notoriamente debilitados. Se aferran con desesperación a mantener el poder regional y local.
En el Huila la situación no podía ser distinta. Todos los empresarios electorales, los “compradores de votos”, se han concentrado en elegir a la gobernación al más representativo de ellos: el exsenador, exgobernador, exministro, ex…, Rodrigo Villalba. Ahí está, el viejo y decrépito Partido Liberal; el corrupto Cambio Radical, último escampadero de los González Villa; el Partido de la U; sectores del agonizante Partido Conservador y, un largo etcétera de contratistas y avivatos de todos los pelambres. Si pierden estarán liquidados.
Creo que he resumido las razones principales de por qué hay que votar por Rodrigo Lara Sánchez para la gobernación. Es un acto de repudio a los viejos politiqueros compravotos que han mantenido en el atraso y la pobreza a los huilenses, sería un acto de dignidad ciudadana. Es rescatar el derecho al ejercicio de la democracia directa. Pero, sobre todo, es darnos la oportunidad de soñar para ver de transformar esta rica región de inmensos recursos naturales, con un pueblo trabajador como el que más, en un espacio cierto para la prosperidad común.
Neiva, 25 de septiembre de 2023