Por: Carlos Tobar
La contienda electoral del 29 de octubre tiene una connotación especial. Particularmente, en la campaña a gobernación. Ya lo expliqué en un anterior escrito. Es una batalla al descampado contra las empresas electorales de compradores de votos. Esos clanes de la política tradicional enquistados en varias banderías de partidos tradicionales: Partido Liberal, Cambio Radical, los restos del oficialismo del Partido Conservador y de la U, acompañados de advenedizos de todos los pelambres: como por ejemplo el gorkysmo, algunos sectores del casagüismo y del Pacto Histórico (?) en Neiva. Que, además, tienen expresiones parecidas en todos los municipios del Huila.
La batalla es por rescatar la democracia de manos de organizaciones y personas que la tienen secuestrada desde hace muchos años y que, al capturarla, la desvirtúan. De ser un método para que la ciudadanía decida directamente o, a través de sus mejores representantes, cómo usar los recursos públicos en beneficio general, terminan usándola para usufructuar el producto de nuestros impuestos en beneficio particular.
Esa es una de las razones de nuestro atraso como sociedad. Tras de que los recursos económicos son escasos frente a las necesidades ciudadanas, estas bandolas de compradores de votos, los malversan usándolos para engordar los bolsillos de los “dirigentes” y sus camarillas.
Son cerca de 30 años de esta práctica nefasta: el resultado es el enriquecimiento vulgar de los clanes de la política tradicional, mientras la miseria y el atraso agobia a las mayorías ciudadanas del Huila.
Por eso la gesta de Rodrigo Lara Sánchez contra estas maquinarias corruptas es ejemplar y, debe ser acompañada por los ciudadanos que quieran ayudar a rescatar las instituciones democráticas secuestradas.
No es cualquier batalla. Es una de carácter decisivo. Ya lo he explicado. Si esas maquinarias son derrotadas, perderían el apoyo del estado para sus prácticas electorales degeneradas. Con la elección presidencial de Gustavo Petro, perdieron, en buena medida, el manejo del aparato estatal a nivel nacional (un duro golpe que ya lo sienten esos partidos tradicionales). De perder la gobernación, se quedarían sin otro instrumento de compra de votos. Ya han perdido muchas de las alcaldías, aunque todavía les quedan algunos bastiones como Neiva o Pitalito. Lo cierto es que, sería el primer departamento en el que se quedarían sin la posibilidad de usar el aparato del estado para embaucar a electores ingenuos.
Por eso el esfuerzo en esta semana final de la campaña electoral debe ser total. No se puede vacilar en la tarea de elegir un gobernador que llegaría sin comprar votos, sin compromisos perversos con contratistas o financiadores oscuros, sin un objetivo distinto de, como el mismo lo ha dicho: “construir un Huila para todos”.
Yo le creo. De ganar, asume un compromiso gigantesco, porque la tarea de reconstruir un departamento arruinado, situado en el ranking nacional como el tercero más pobre del país, es una tarea titánica.
Pero esa es otra historia. La de hoy es ganar las elecciones a gobernación: ¡Vamos con toda!
Neiva, 23 de octubre de 2023
