Como un bálsamo cayeron a los huilenses las precipitaciones acompañadas de tormentas eléctricas y vientos, que se presentaron en la madrugada del día anterior, en medio de una intensa seguía que venimos padeciendo desde el mes de julio del presente año. Son desalentadores los pronósticos que ha venido emitiendo el Ideam, que el fenómeno del niño dura hasta el mes de abril de 2024. Ya era tiempo que cayera agua, para reconfortar la zona forestal, los embalses y por consiguiente el sector agropecuario es un respiro para recuperar la dinámica productiva en la región. Aunque en el día, empezaron a desaparecer las nubes y volvimos a vivir las altas temperaturas que superan los 35 grados durante el medio día. Todo es producto del cambio climático que está generando grandes transformaciones en el medio de ambiente y que están afectando el bienestar general de la humanidad y la dinámica productiva.
Cada acción decisiva que tomen los países ayuda a evitar que una situación horrible empeore aún más. Eso requiere ambición política y visión a mediano plazo, algo que nos ha faltado en los últimos tiempos. Los desastres naturales y las tragedias que llegan con ellos tienen una triste elocuencia. Mientras la humanidad se desgasta en debates, a menudo manipulados y estancados, las imágenes de en muchas regiones del país, afectada por intensas oleadas de calor y a veces por altas precipitaciones, en cientos de municipios de Colombia con deslizamientos por culpa de las lluvias que en algunas épocas del año, no dan tregua, de personas sufriendo porque lo perdieron, todo debido a las inundaciones, y en estas justas electorales, muchos políticos aspirantes viendo impotentes la magnitud de un reto para el que no estamos preparados, son un contraste contundente. Estamos en emergencia climática. No estamos ni cerca de estar listos para evitar sus peores consecuencias.
Tal vez la aparente falta de impacto en la opinión pública de la transformación climática que estamos afrontando, es que durante años el país ha visto imágenes de inundaciones por culpa de las fallas en infraestructura y la pésima planeación, que se contrastan con las épocas de sequía, como lo estamos viviendo. Empero, lo que está ocurriendo está superando registros históricos y queda el mal sabor de saber que la situación solo seguirá aumentando su intensidad en los años venideros. La emergencia climática está aquí, y están sufriendo miles de colombianos por eso.
Ante la magnitud del reto, el actuar de las potencias mundiales se ve irrisorio. Desde China y Estados Unidos, los mayores contaminantes, hasta Colombia, los planes anunciados son más que insuficientes. Necesitamos que este sea el centro del debate público, que no haya política pública que no se piense sin tener en cuenta sus impactos ambientales. Estamos llegando tarde a la crisis, pero podemos actuar.