Por: Carlos Tobar
Con los resultados electorales de las elecciones regionales, a nivel nacional y en el Huila, da la sensación de estar rebobinando una película ya vista. Es la desazón que deja el triunfo ‘aplastante’ de las maquinarias que han dominado la vida política del país.
Pero, es y no es la película que estamos viendo. Analicemos en detalle lo vivido.
De primera mano, es evidente que el fracaso de la opción de cambio que propuso el presidente Gustavo Petro con su ‘Pacto Histórico’, revivió a muchas de las banderías tradicionales que han malgobernado a Colombia en las últimas cuatro décadas. Las propuestas incoherentes e irreales de “cambio” que ha liderado el gobierno incompetente de Petro, les dio un respiro después de haber perdido el control del aparato estatal a nivel nacional en las elecciones presidenciales.
Partidos que estaban acostumbrados a mantener el control del país dominando el aparato burocrático estatal, han tenido que salir a pelear los votos, en cierta medida, al descampado. Sobreviven, porque aún tienen soporte en sectores de las élites, funcionan con dineros de fuentes ilícitas, y manejan gobiernos regionales o locales.
Las soluciones de ‘izquierda’ del petrismo y sus adláteres, producto del desconocimiento de los problemas del país, especialmente de sus causas y, por ende, de sus posibles soluciones en un país de ingreso medio bajo, sometido a la égida de los grandes capitales, han irritado a sectores mayoritarios de la sociedad que, ante el desastre, vuelven su mirada hacia “lo malo conocido”.
Por eso esa sensación de retroceder la película.
Sin embargo, la diferencia es que las fórmulas experimentadas por las maquinarias de compra de votos, han fracasado, una y otra vez. Y, volverá a suceder. En menos de dos años, los triunfadores de ahora que, de paso, le hacen el quite al gobierno, porque el fracaso va a ser no solo del mando nacional, sino de los mandos medios en gobernaciones y alcaldías, habrán desencantado a los inconformes de hoy. Esos irredentos de siempre que se desesperarán con las falsas soluciones a sus problemas insolubles.
El futuro del país se ve sombrío. La mediocridad de las élites gobernantes que recuperan y consolidan el poder regional y local, será desnudado por la profunda crisis social y económica que, se manifiesta en todos los ámbitos de la vida cotidiana: desempleo, pobreza, ingresos precarios de las mayorías, costosas y abusivas tarifas de servicios públicos, salud y educación limitadas e insuficientes y, un largo etcétera.
Pero, sobre todo, la falta de una política económica de desarrollo que encarne un propósito nacional de prosperidad. Algo que ni siquiera se atreven a soñar quienes siempre han gobernado con espíritu minusválido al país.
¡Bienvenidos al pasado!
Neiva, 30 de octubre de 2023
