Diario del Huila

¿Paz total o delincuencia total?

Nov 7, 2023

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Por: Carlos Tobar

Durante la última semana la apuesta del presidente Petro de ‘Paz Total’ está haciendo agua. Luego de muchos abusos a lo largo de la reciente campaña electoral de parte de diferentes “organizaciones guerrilleras” involucradas en esa política gubernamental: asesinatos, extorsión, control de territorios para realizar actividades ilícitas, reclutamiento de menores …, en un increíble acto de torpeza y soberbia, el Eln secuestró al papá del futbolista Luis Díaz.

Pero, la gota que rebosa la copa es la notificación de las “disidencias de la Farc” de suspender la mesa de diálogo por “incumplimientos del gobierno”. Una acción que refleja el comportamiento de perdonavidas de esas organizaciones delincuenciales, completamente desligadas de la realidad social y política del país.

De entrada, señalemos que, desde siempre, la violencia armada como forma de dirimir diferencias en el seno de las sociedades no ha tenido justificación alguna. Ni siquiera durante la violencia partidista de mitad de siglo. La confrontación liberal- conservadora que dejó como resultado más de 300.000 muertos mal contados, fue un proceso brutal y bárbaro que la sociedad colombiana no liquidó debidamente.

Mucho menos, la rebelión armada contra el estado desde la década de los años 60 del siglo pasado, una deformación política que va a subsistir hasta el presente por la aparición del narcotráfico y otras actividades ilícitas. Esos “negocios” son la base material sobre la cual se desarrollaron y se mantienen organizaciones parasitarias, desclasadas y corrompidas por el culto al fusil.

Además, para que esa situación de violencia se generalizara y perpetuara, tuvo que darse un ambiente favorable: el fracaso de las élites gobernantes que, desde mediados del siglo pasado, fueron incapaces de proponerse un proyecto de país moderno que garantizara las condiciones de prosperidad necesarias para los empresarios y trabajadores colombianos. Unas élites que permitieron que la nación se sometiera para mal a los dictados del gran capital transnacional. Unas élites que creyeron que podían separar su suerte de la del resto de la nación para vivir vidas de países desarrollados, mientras las mayorías empresariales y trabajadoras viven como habitantes abandonados de países sin futuro.

Hoy estamos en el peor de los mundos. Sin un proyecto de país moderno que nos una y proyecte como una nación próspera y, sometidos a todas las violencias. Particularmente, las violencias delincuenciales. Porque son delincuentes comunes los que pretenden sustituir el estado semifallido en el que vivimos.

Todas las prácticas que hemos señalado: el asesinato personal, la extorsión a los sectores productivos y a la población trabajadora, el reclutamiento de menores, el secuestro extorsivo, el usufructo de actividades económicas ilícitas (narcotráfico, minería ilegal), son expresiones de delincuencia común, ejercida bajo el chantaje del fusil. Son inaceptables.

La sociedad sana que es la mayoría de los colombianos debemos hacer frente común para recuperar el monopolio del estado sobre la fuerza y en una comunidad pacífica, proponernos transformar a Colombia en uno de los países prósperos del planeta.

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