Diálogos en crisis

La sociedad colombiana ha estado a la expectativa del desarrollo de los diálogos que se han implementado con el ELN en la Habana Cuba y desde hace 20 días con las disidencias de las Farc cuando se instaló en Tibú Norte Santander con la participación de las delegaciones de paz del gobierno y del EMC, quienes empezaron a generar optimismo con el fin de bajar la intensidad del conflicto armado en algunas regiones del país. Recordemos que luego de ese primer encuentro, las partes anunciaron la suspensión de operaciones ofensivas en zonas de 11 departamentos. Sin embargo, la tregua bilateral de carácter nacional, se dio inicio el pasado 16 de octubre, cuando el gobierno nacional publicó el Decreto y se dio por terminada la ronda de diálogos preparatorios.

Seguimos insistiendo que vale la pena apostarle a la paz con estas organizaciones narcoterroristas, pero es inaudito que, una multitud de campesinos e indígenas secuestraron a un batallón que se encontraba en el corregimiento del Plateado en el municipio de Argelia Cauca, presionados por las Farc para que abandonen estos territorios y les dejen libre el camino por el cañón Micay para ´poder sacar la droga hacia las zonas marítimas del país. De una manera humillante estos integrantes del Ejército Colombiano les tocó salir de estas zonas donde hacían presencia, con la anuencia del gobierno nacional. Lo afirmamos por la sensación que tiene la ciudadanía en general, por el debilitamiento progresivo que ha tenido la fuerza pública y el ejército desde que asumió la presidencia el presidente Gustavo Petro Urrego. Se han adoptado medidas que condujeron a este proceso inaceptable por la sociedad colombiana. Inclusive que pareciera una imposición de estas organizaciones narcoterroristas para que se generen estos absurdos hechos.

Pero lo anterior, no es óbice para que sigamos insistiendo en la búsqueda de la política pública de la Paz total, que hasta el momento ha sido un fracaso. Recordemos que no se está negociando con los angelitos de la guarda. Se deben seguir explorando los senderos del diálogo. No hay que bajar la guardia. Pero el Estado no debe someterse a la voluntad de estas organizaciones narcoterroristas. Se debe tener presencia en todas las regiones del país y seguir persiguiendo a todas las organizaciones criminales, que tienen azotadas a las familias colombianas y que están afectando su bienestar y a la dinámica productiva del país.

Este es un momento de crisis, un momento muy delicado. Tiene que ser el presidente de la República y sus delegados en estas mesas de negociación con estas organizaciones criminales subversivas, liderar los procesos de continuar con los diálogos que se iniciaron. Sigamos insistiendo. La paz la anhelamos todos. No es un juego. Es el futuro del país que está en riesgo.