La presencia de las disidencias de las Farc en algunas localidades del departamento, han vuelto a generar zozobra y temor a las familias residentes por las permanentes amenazas y vacunas a que son sometidas por esta organización terrorista, después de cinco lustros que no se ´presentaban estos hechos que están desestabilizando la tranquilidad y la paz que tenían antes de la posesión del presidente Gustavo Petro. No queremos generar pánico a nuestros lectores. Simplemente estamos analizando y narrando los acontecimientos que se están presentando y cuyas acciones cometidas por este grupo insurgente, donde reúnen a toda la población campesina, para escuchar sus peroratas, que están incitando para que desalojen la presencia de los integrantes del Ejecito y de la fuerza pública en dichos territorios.
El hecho más reciente ocurrió el pasado puente festivo en la zona rural del corregimiento de Belén en el municipio de la Plata, donde el frente Ismael Ruiz de las disidencias de las Farc reunió a todos los campesinos de esta comarca, para anunciarles que se quedaban en esta zona y los incitan para que presionen la salida del ejército y les establecen nuevas formas de gobierno impuestas por esta organización subversiva. Es sorprendente este hecho, que es el mismo que está ocurriendo en otros departamentos, pero que ya se está presentando en el Huila. Mientras ocurren estos eventos en nuestro territorio, el gobierno del cambio sigue desentendido desde la capital de la República, que a través de trinos gobierna y busca aglutinar sinergias para buscar respaldos políticos a sus Petro reformas, que las tiene bastante inciertas para su aprobación en el legislativo.
Es inaudito que se siga manteniendo este estilo de gobierno a espaldas de lo que sucede en las regiones. Esto es muy grave para la salud de la democracia. Se deben superar estos niveles de ingobernabilidad que está presentado el Estado Colombiano. Ya son los violentos los que toman las decisiones gubernamentales en dichas regiones. En otros departamentos, son los que inauguran obras y colocan los horarios para el funcionamiento de la dinámica económica en dichas regiones. Absurdo que sucedan estos hechos propios de una dictadura.
La opinión pública ya no cree en las sanas intenciones del presidente de la República de buscar la paz total, que hasta el momento ha sido un fracaso general en el país. Cada vez se están abriendo nuevos frentes de guerra de estas organizaciones, más desplazamientos forzados, reclutamientos de menores, y un aumento del narcotráfico, que frente al progresivo debilitamiento que ha presentado la fuerza pública y el ejército colombiano, les ha permitido el camino expedito para que se fortalezcan dichas estructuras guerrilleras. Es inaudito lo que está sucediendo en el país. El presidente Petro, debe replantear su accionar gubernamental. No se le puede entregar el país a estas organizaciones narcoterroristas.