Realmente es muy preocupante la noticia, lo digo en consideración y caridad cristiana sobre la tragedia personal por la que debe estar atravesando el presidente de la república el Dr Gustavo Petro.
Independientemente de cualquier consideración política, no es fácil para él, que una persona tan importante dentro del gremio de periodistas afectos al gobierno, antigua compañera de entrevistas a los líderes de su agrupación guerrillera M-19, como la columnista María Jimena Dussan lo diga con tanta crudeza: que el presidente de los colombianos es un adicto, y en esa condición se encuentra enfermo, por lo que la situación personal del señor presidente ha colocado al país en un estado de desgobierno absoluto.
Le conviene al país que, ¿una vez conocido el precario estado de salud del presidente de la república, se pueda producir una vacancia temporal (?), grave!, o permanente(?), ¡gravísimo!
De verdad no lo deseamos. La misma periodista es muy clara en su carta en el sentido de que, el primer mandatario debe ser tratado medicamente por su adicción, para bien de la democracia y del país y, ni siquiera se debe especular con una salida del presidente Petro. Sería peor el remedio que la enfermedad.
Coincidimos con la columnista en el sentido de que, si el presidente Petro tiene problemas de adicción, lo devele. Se trata de un problema de salud, que puede ser manejado y curado. Es una buena oportunidad para que, una vez sea curado de su adicción, lidere un gran acuerdo nacional y encarrille a la nación. Debe tener en cuenta el ejecutivo que el tratamiento curativo debe darse en el menor tiempo posible, porque el “encuadernamiento” de la nación no tiene espera.
Decir que escucho, de labios del primer mandatario que “él no había llegado al poder, sino a la presidencia”, es alertar a los colombianos de la fobia que el señor presidente tiene por el empresariado colombiano, cuando es precisamente ese sector de la economía nacional, tan necesario para la generación de empleo en el que debe apoyar sus propuestas de cambio, y aprovecharlo para formalizar el acuerdo nacional que se ha quedado en el tintero.
Una persona del común se podría preguntar, por qué el gobierno promueve acuerdos con sectores armados por fuera de la legalidad, Farc, ELN, acercamientos con grupos urbanos violentos, ofrecer indultos y llamar como gestores de paz a confesos criminales como Salvatore Mancuso, ¿no muestra voluntad para dialogar con los grupos económicos que generan riqueza y empleo para los colombianos?
Se queja la escritora de las continuas ausencias del presidente Petro con las que se observa, entre una y otra ausencia, que el país se encuentra en suspenso, es decir, no hay continuidad y los colombianos caemos en la incertidumbre, que es lo que están aprovechando “sus subalternos para amasar poder, y gobernar a su acomodo y le mientan al país fabricando historias para justificar sus carencias que ya nadie cree”. Además, porque ven a un presidente “cansado y embolatado con el poder”, como si le hubiera quedado grande la presidencia de la república. Que graves afirmaciones las que hace la señora Dussan.
Por mucho menos en el Ecuador, hace 26 años el 6 de febrero de 1.997, el presidente Abdala Jaime Bucaram fue destituido por el Congreso de su país por incapacidad mental para gobernar. Julio Bahamon Vanegas.
