Por:
| HAROLD SALAMANCA |
Los recientes anuncios del Ministro de Salud sobre las acciones que se pretenden tomar contra la EPS Sanitas, y el duro cuestionamiento de las entidades de salud y el ADRES a los pronunciamientos de los directivos de la EPS sobre la falta de recursos para atender el pago de los medicamentos no incluidos en plan de beneficios en salud, a mi modo de ver vislumbra ni más ni menos en un muy corto plazo una potencial intervención, de una de las tres EPS más sólidas del sistema de salud de Colombia hasta hace uno pocos meses. El terreno se está abonado para crear la más grave crisis de inestabilidad y credibilidad del sistema de salud de toda su historia.
Para nadie es un secreto que los valores asignados a cada EPS como presupuestos máximos para el pago de los medicamentos y procedimientos que no cubre el plan de beneficios en salud no es suficiente, fuera de que no se ha girado de manera oportuna. A lo anterior se suma que el valor de la Unidad de pago por capitación (UPC) del régimen subsidiado no es igual a la que se reconoce por el régimen contributivo, factor que ha venido generando una brecha en las finanzas de las EPS que atienden población del régimen subsidiado pero que hoy también afecta a las EPS del contributivo, por la cantidad de población del subsidiado que han tenido que ir absorbiendo por las liquidaciones de las EPS.
La incertidumbre y el pánico que se ha propiciado es peligrosa y similar a la que ha generado la quiebra prestigiosos bancos en el mundo. Esta situación produce un efecto dominó que inicia en las EPS, pasa por los proveedores de insumos, medicamentos y servicios logísticos, continúa afectando los prestadores de servicios de salud públicos y privados, y al personal de la salud. En últimas los más afectados siempre terminan siendo los pacientes, por que a ellos se les suspenden los tratamientos, se les postergan indefinidamente sus cirugías, no se le entregan de manera oportuna sus medicamentos.
Lo anterior agravado con el trámite en el congreso de una reforma a la salud que pretende retroceder lo avanzado en los últimos 30 años. Donde se plantea darle un papel protagónico al sector público de la salud sin estar preparado y seguir premiando y protegiendo su ineficiencia, fragmentar aún más los servicios a los usuarios, y desestimular la inversión privada. El panorama no es el mejor, pero abrigo la esperanza que los senadores tengan el criterio suficiente para oponerse a una reforma totalmente inconveniente para la vida y los intereses de los colombianos.
