Por: Amadeo González Triviño
No queremos dejar pasar por alto, la iniciativa surgida entre unos pocos, con buenos recursos económicos, pero con ideas cortas en este proyecto tan apreciado, como es el inicio de una serie de actividades que tienen como propósito rescatar la obra del escritor huilense José Eustasio Rivera, lo cual, en el fondo ha de ser que nos devuelva la mirada sobre la VORAGINE, su obra cumbre, aparecida en 1924, al igual que sea propicia para reconocer la de otros tantos cultores de la palabra, en el primer centenario, de su edición oficial. Feria del libro intrascendente que contó con la improvisación como gran artífice del mismo, sin propuestas serias, poca asistencia y sin una programación adecuada a las expectativas y con reconocimiento a quienes la apoyamos desinteresadamente.
Hay quienes se extrañan que la Literatura tenga un componente político. Que la literatura se ocupe de presentarnos entre la ficción y la realidad, ese mundo donde la verdad y la mentira se dan cita, para enseñarnos el camino hacia la construcción de mundos que parecen ajenos o bien, que nos acercan a lo que debe ser la identificación del ser humano con su entorno y su visión social, a la que pertenece.
El compromiso de los huilenses, en consecuencia, no puede ser una puesta en escena de un espectáculo que no trascienda, debe ser fruto de un redescubrimiento de nuestros propios escritores y del espacio cultural y artístico que se dé en torno a la creación del espíritu, entre gestores culturales de variada condición social artística y cultural y con la difusión y el entusiasmo que debe convocarnos para hacer de esta obra, de su autor y de sus seguidores, un verdadero caudal de interpretación y de verificación del poder de la palabra en manos de los obreros de aquella.
No desconocemos el entusiasmo que este proyecto ha generado en otras regiones del país, especialmente en Casanare, Amazonas, y las tierras donde pudo haberse consolidado ese trasegar del escritor recogiendo vicisitudes para plantear un drama humano, un drama que en su momento trascendió la economía del pueblo colombiano, y que, entre otras, en el Huila, pudo haber sentido ese transitar hacia el fortalecimiento de la economía nacional.
Hace días, dialogaba con un garzoneño al que le parece interesante descubrir y plantear en forma de crónica la historia, libro próximo a aparecer, de lo que fue el movimiento económico entre los años 1940 a 1960 de la conocida calle octava en Garzón, a lo largo de la franja de oriente a occidente, a la que llamó “Combo de Oro”, destacando como los recursos de la explotación cruel e inmisericorde del caucho y la quinua en la Amazonía, que incluye el Caquetá, volaban hacia la capital del departamento y con ese movimiento económico de comerciantes inmigrantes en la provincia, se logró detener el dinero en el pueblo, generando prosperidad, como impulso definitivo del desarrollo económico en la capital diocesana, de aquellos tiempos.
Esta obra de recopilación de anécdotas e historias de la provincia, estará en los próximos días en circulación bajo el título: “Calle Octava – Combo de Oro”, del escritor garzoneño Audelino Vargas, y en Cuatrotablas estaremos haciendo la difusión y el reconocimiento a su autor y difusión de su obra.
Lo anterior me sirvió de aliento para pensar que esta efemérides, donde se hace abstracción de las comunidades, debe volver los ojos a su pueblo y que no se pase por alto el desarrollo social de la cultura que le dio origen al nacimiento de las obras de la literatura, en especial de la Vorágine, que se puedan entrelazar historias que ahora quiere rescatar otros autores y unirlas incluso, al paso de la actividad profesional del maestro José Eustasio Rivera en el centro del Departamento del Huila y en otras zonas aledañas a la región, ya que sin lugar a dudas, el escritor es fruto del medio, del conocimiento que tiene de sus gentes y rescata la trascendencia de ese humanismo al que se enfrenta en la barbarie de una civilización que pierde el lindero de la razón y se deja engolosinar de las monedas, en un círculo de nunca acabar.
No está de más, advertir, que es menester releer la obra del Maestro José Eustasio Rivera, dentro de un contexto critico social y político, antes que literario, teniendo en cuenta, las experiencias y el contenido que de ellas se deriva, de una violencia que ha estado enraizada en el hombre desde sus orígenes, que ha cabalgado con la condición humana en todos los linderos de la vida, de los sentimientos y de la conquista del hombre por el hombre, sin menoscabo de que en ese trasegar, se encuentren piezas importantes que nos ayuden a verificar la magnitud de las tragedias humanas que a lo largo de la historia, nuestros gobernantes se han encargado de distorsionar con el cuento economicista del mercado y desarrollo de los pueblos.
Que los compromisos y los verdaderos esfuerzos por hacer del centenario de la aparición de la VORAGINE, realmente sea fruto de una interrelación entre las comunidades y el mundo cultural que nos rodea, a sabiendas de que hay quienes saben aprovechar el cuarto de hora, para beneficio particular, con lo cual, solo se logra dividir, antes que congregar, porque el fin no es sacar una estampilla del centenario, para que la corrupción y el mal manejo de sus recursos, se destine a obras superfluas o a despilfarrar los recursos de la cultura en pocas manos, predestinadas por la politiquería y la burocracia oficial, como hasta ahora se ha hecho.
