Luis Humberto Tovar Trujillo
Existe una melodía muy popular, intitulada «que será lo que quiere el negro», y hace un relato bastante divertido de las querencias del personaje.
Esa pregunta nos la podemos hacer los colombianos, y los huilenses en particular, con nuestros gobernantes presentes y futuros.
Temas fundamentales le preocupan al gobierno nacional, como salvar a Nicolás Petro de las garras de la fiscalía por los delitos de enriquecimiento ilícito, y otros más, cometidos, amparado en ser el hijo del presidente, como candidato, y como presidente posteriormente, que, de llegar a una verdadera decisión, volverían trizas la actual institución presidencial.
De ahí el enfrentamiento del presidente con el Fiscal General de la Nación, para dilatar con esa discusión, una decisión en contra de su hijo, y de otra, que se conozca a ciencia cierta, el nexo vinculante de su padre en la comisión de los delitos de su hijo.
La suerte de la institución presidencial está en vilo, y la legitimidad de la investidura presidencial con mayor razón, por la infinidad probatoria existente en el proceso, que conducen a esa verdad.
Ojalá por el bien de Colombia todo llegue a buen puerto en el conocimiento de la verdad, que todo Colombia hasta ahora ha conocido, y que solo conducen a entender y desde liego confirmar, las maniobras fraudulentas y torticeras, que llevaron al actual presidente a ensuciar nuevamente el palacio presidencial.
Ya se ha vuelto consuetudinario, valerse de la peor escoria delincuencial, como es el narcotráfico, y otros dineros de ilícita procedencia, para llegar al primer cargo de la Nación.
No solamente se ha vuelto sucia la institución presidencial, ese escenario de poder, como muchos otros, absolutamente contaminados de la más absoluta podredumbre, donde a diario se suceden noticias, donde ya la normalidad es la anormalidad, donde el ejemplo se da desde el palacio presidencial, y lo peor, no pasa nada.
A tanto ha llegado el desespero del pueblo colombiano, contra toda esa guarida institucional, que hasta en los clubes privados, como en los grandes escenarios públicos, se grita en un solo coro, la salida del presidente.
Todo asquea, todo es una alcantarilla, todo es un mortango institucional, que solo se pide a gritos la modificación de todo lo que se vive en ese depósito de residuos nauseabundos de la actual institucionalidad.
Solo drogas ilícitas y su consumo, narcotráfico, licor, delincuencia, persecución, odio, destrucción, todo centrado en el mal, nada bueno, solo podredumbre.
Dios nos oirá.