Toda suerte de alarmas, muchas de ellas mendaces han lanzado los miembros del establecimiento y sobre todo los que se han beneficiado por corrupción de los dineros para la salud, que propiamente no han ido a parar al grueso del pueblo respecto de la combatida reforma a la salud utilizando todos los medios de lucha para desacreditarla, que pese a ello se encuentra en tierra derecha con el 87 por ciento del articulado para su aprobación, faltando la discusión solo de 12 artículos: y particularmente por una carta firmada por 20 exministros y exviceministros de salud, ante la cual expresó el presidente Petro: “Leo este comunicado y me sorprendo. Quien dijo que los actuales pacientes graves van a regresar a los CAPS, todos siguen sus actuales tratamientos médicos en las mismas clínicas y hospitales. Lo único que cambia es que se les pagará directamente a esa clínicas y hospitales según su facturación auditada”.
Lo dicho, marrullas que buscan atravesársele a la reforma como sea atacando lo público y metiendo terrorismo a la opinión para que las cosas sigan como están, que amerita precisar la verdad sobre ella, para lo cual acudo a un artículo titulado “EPS y otras yerbas” de autoría de Hernán Riaño que circula por las redes: “Centraré este espacio en el servicio de salud, regentada por algo que decidieron llamar rimbombantemente las Entidades Promotoras de Salud, más conocidas como EPS. Nacieron con la ley 100 de 1991, siendo presidente Cesar Gaviria y senador ponente e impulsor Álvaro Uribe Vélez, ambos abanderados del neoliberalismo expropiador. El negocio consistía en darles el dinero de los impuestos a unas empresas que no prestan los servicios ni proporcionan ninguna salud, en síntesis no hacen nada, solo ADMINISTRAN los recursos y por esa labor cobran un “humilde porcentaje” del total de lo que les gira el gobierno.
Muy pronto descubrieron con esa “malicia indígena” que caracteriza a los empresarios colombianos nuevas formas de esquilmar los recursos públicos negando la salud a sus afiliados, dejando de autorizar procedimientos y medicamentos. De las más de 300 EPS que iniciaron hace 30 años, hoy no quedan “vivas” sino 29 y muchas de ellas en cuidados intensivos, a punto de ser intervenidas o liquidadas. Desaparecieron debiendo billonarios recursos a las clínicas y hospitales llamadas IPS, instituciones Prestadores de los Servicios de Salud, que son las que realmente atienden a los pacientes y que por esos servicios terminan sin recibir un céntimo por parte de las conocidas como EPS”
La pura verdad que nadie puede refutar salvo con artimañas, agregando el autor que hoy sabemos por ser una dolorosa e infame realidad, que muchas de esas promotoras de salud fueron montadas por paramilitares para usarlas como empresas propias de donde podían sacar dineros del Estado para sus criminales fines y el enriquecimiento ilícito, que explica la necesidad de la reforma, sobre la cual no puede haber consenso con el establecimiento por razones obvias de extirpar voraces y torcidas metas en beneficio de la salud real de los colombianos.