Alvaro Hernando Cardona González
Seguimos sosteniendo que no hay excusa ética para disminuir y acabar con la pobreza. La pobreza no es un imperativo ni social, ni económico. De hecho, es relativamente fácil acabarla, aunque la dificultad estriba en que se requiere valor institucional y en Colombia, hoy, no existe. Y por eso los gobiernos que no lo hacen, faltan a la ética.
Insistimos también en que lo verdaderamente revolucionario en el planeta (un cambio profundo), no es seguir esgrimiendo que los derechos deben prevalecer; lo revolucionario es hacer que los deberes prevalezcan, porque estos son requisito ético y sustancial para los derechos.
Uno de los principales retos que tienen los nuevos gobernantes de las entidades territoriales, es cómo transformar en soluciones, las necesidades cumpliendo sus promesas políticas en planes y proyectos que mejoren realmente la calidad de vida de sus ciudadanos. Se requiere más y mejor gestión pública, es la conclusión de una investigación del centro de estudios Valor Público, de la Universidad Eafit de Medellín, cuyo resultado es la observación de la relación entre las calificaciones de la gestión y los resultados de la calidad de vida de los municipios, usando los datos de Antioquia para el período 2000-2022 (lo pueden leer en La Silla Vacía-diciembre 6 de 2023). Ante reclamos de más Estado, más presupuesto, por tanto más derechos y garantías, concluyen que la salida es una mejor gestión pública. Por eso reiteran la necesidad de tener indicadores (un gobierno fracasa si disminuye la seguridad o el empleo que encontró, ¿o no?).
Hay que planear con ética, por lo tanto con valor para tomar decisiones no siempre aplaudidas pero racionales, para disminuir la pobreza, y con ello contribuir con el medio ambiente. Eso supone, éticamente tener indicadores para saber si lo que se hace mejora o no la calidad de vida de los ciudadanos. La eficiencia trae racionalidad en las ejecuciones (ética=menos corrupción) y mejoramiento de la calidad de vida y esta mejor ambiente natural.
De acuerdo con Valor Público, “mientras en 1990 el gasto del gobierno nacional era del orden del 12% del Producto Interno Bruto (PIB), para el 2021 ese porcentaje llegó al 31%. El La gasto gubernamental se ha multiplicado por tres, pero no hay tres veces más bienestar ciudadano”, ¿por qué? Nuestra tesis es que se está regalando dinero disfrazado de “subsidios”, pero no invirtiendo. Se satisfacen los derechos, pero no se evalúa el cumplimiento de los deberes ciudadanos.
Hagamos la revolución para acabar el círculo: más dinero, menos calidad de vida, más deterioro ambiental.
