Luis Humberto Tovar Trujillo
No fue extraña la decisión del gobierno nacional, al ser causa eficiente de la cancelación de los panamericanos de Barranquilla.
En primer lugar, por esa cultura del “para después”, y mas concretamente en los compromisos oficiales a cumplir, porque la pedidera de plazos, se volvió parte de esa cultura, y creer que, por ser el estado, se le deben conceder todos los plazos posibles y hasta ilegales para el cumplimiento de sus obligaciones internas, por eso la demora en la ejecución y terminación de las obras publicas que se hacen eternas y con unos sobrecostos que deberían parar quienes ejecutan los presupuestos públicos.
Esos vicios han llegado a tal nivel de confianza abusiva, que ya desde hace rato se incumplen compromisos internaciones, pero el más descarado es el reciente incumplimiento, de los compromisos económicos para la realización de los juegos panamericanos.
Pero lo más grave aún, que a esa cultura viciosa del después, se le suma el deseo del gobierno de no cumplir esos compromisos para darle de “comer” al hampa colombiana.
Un gobernante con esa cultura de no cumplir, eludir hasta con los raciocinios más delincuenciales, en una estrategia de una paz total, que solo existe en la cultura mafiosa de un presidente que evidencia en todos sus actos, ser socio del narcotráfico y de la delincuencia.
Este señor, nació, creció y se reprodujo en esa cuna del delito, razón para concebir en su mente deformada por los vicios, la posibilidad de concebir la palabra “cumplir obligaciones”, eso no existe.
El autodenominado “redentor del mundo”, cuando lo que hace es el ridículo, y hacerlo, con el nombre y prestigio internacional de Colombia, ratifican ante el mundo, la penuria moral, y de liderazgo a que estamos sometidos, donde entre otras razones adiciónales que han dado organismos internaciones, además del incumplimiento económico, es la inseguridad generada por un gobernante que solo evidencia, desastre y desprestigio mundial.
Hasta cuando tenemos que soportar la cotidianidad de un gobierno desastre; todo lo destruye, todo lo aniquila.
Además de las razones expuestas, ahora con las recientes derrotas presidenciales en la contienda electoral, le ha dado por entrar en venganza contra las regiones de Colombia que propinaron la mas desastrosa derrota, como si no fuera otra la razón que su mal gobierno.
Las principales ciudades de Colombia, Bogotá, Cali, Medellín y barranquilla ahora son los trompos de los quiñes del presidente y sus ministros, para acudir al centralismo enfermizo para perseguir las regiones.
Que podemos esperar de un gobierno que solo quiere robar, colocar en los altos cargos del estado la peor delincuencia de este país como se anuncia, en retaliación contra quienes lo derrotaron.