Por: José Eliseo Baicué Peña
Afirmar que la educación constituye no sólo un factor fundamental de desarrollo y un instrumento esencial de transmisión de experiencias culturales y científicas, no es algo novedoso. Es una imperiosa necesidad.
Elementos como la globalización, la tecnología, y la sociedad de la información, hacen que las economías exijan el desarrollo de competencias profesionales que requieren un elevado nivel de estudios.
Las presiones sociales y las exigencias actuales del mercado han hecho que exista una diversificación y proliferación desmedidas tanto de los tipos de establecimientos como de los modelos de educación. Esto puede deberse, entre otras cosas, a la presión ejercida por la sociedad para responder al imperativo económico.
Es necesario hacer una lectura de los procesos de formación de la sociedad a la que estamos asistiendo.
Colombia ha centrado su sistema de educación en aspectos como los derechos y los deberes; los mecanismos electorales y la estructura del Estado; y los fundamentos de la Constitución Política; descuidando temáticas como el respeto por el otro, el valor de la diferencia, el diálogo, la concertación, la civilidad, y la resolución pacífica de conflictos, entre otros.
Carlos Cullen, experto en el tema, sostiene que es preciso fortalecer, en los niños y jóvenes, la capacidad de resolver conflictos por la vía del diálogo y de la argumentación de sus ideas. Es urgente que aprendan a respetar a los otros, a llegar a consensos o disensos sobre la base de que todos piensan distinto, y a entender el concepto de participación, ojalá, comenzando por la familia y la escuela.
No olvidemos que las sociedades que no forman en ciudadanía se convierten paulatinamente en focos de violencia, intolerancia, irrespeto, y delincuencia. No en vano, el “bullyng” se convirtió en un problema nacional en el ambiente escolar. Y las razones son muchas y variadas, pero, por ejemplo, sorprende, el hecho de que siete de cada diez docentes colombianos ignoran la pedagogía sobre formación ciudadana, impidiendo que estudiantes y colegas tengan una cosmovisión de este tema.
Estamos a tiempo de crear y re-crear una sociedad distinta, más desarrollada y más humana. Y en ello, es importante tener conciencia de aspectos más reales y menos simbólicos. Tanto simbolismo y culto a la bandera, a los himnos y a los próceres de la patria, no contribuye a crear ciudadanos más sensibles y colaborativos.
Ojalá, la implementación de los nuevos planes de desarrollo del Huila, Neiva y municipios del departamento, incluyan proyectos que contribuyan a formar más ciudadanía desde la calidad de vida.