Por: Ernesto Cardozo.
Todavía no es comprensible ni menos aún justificable la actitud desafiante que están asumiendo el ministro Leyva y el presidente Petro.
Desacatar la decisión adoptada por la Procuraduría que suspende por 3 meses al ministro, implica desconocer cómo funciona la facultad constitucional del Ministerio Público, para ejercer su competencia de vigilancia y control preventivo en materia disciplinaria.
Al efecto conviene recordar que los principios constitucionales de la función ad/va señalados en el artículo 209, son los que le dan el soporte necesario a dicha facultad disciplinaria, con la cual se garantiza, entre otros, la moralidad y transparencia de la autoridad ad/va frente a los ciudadanos.
El precedente ocurrido con el Pte Petro cuando oficiaba como alcalde de Bogotá, no es aplicable en éste caso, dado que se trata de un ministro y no de un funcionario de elección popular.
En éstas circunstancias es evidente que ambos asumen claras responsabilidades legales, dado que el Pte debe proferir el decreto de suspensión y el ministro no debería seguir ejerciendo funciones ad/vas ni de representación diplomática con relación a la comunidad internacional.
En el fondo, parece haber una actitud política orquestada entre ambos, dirigida a ocasionar efectos de anarquía y rebeldía frente a la autoridad y sobre todo al acatamiento de la ley. De ser ello así, querría decir que las instituciones democráticas del Estado de Derecho, son apreciadas como un estorbo para el gobierno y un pésimo mensaje, además de preocupante, pues ya son varios los sucesos que parecen ir en tal dirección.
La insistencia en el tema de la paz total, del pago a delincuentes para que no sigan en la criminalidad, así como los ires y venires en el diálogo con el ELN, constituyen propósitos realmente equivocados que preocupan a muchos colombianos.
De otra parte, ese rifirrafe entre el Pte y el Fiscal, en donde se involucra a la Corte Suprema de Justicia en la designación del nuevo Fiscal, también está generando malestar en la ciudadanía, pues el Fiscal ya debe irse con sus alocadas pretensiones presidenciales, y el Pte debe dedicarse a apagar tantos incendios forestales y del rumbo de su gestión, porque el cambio prometido esta embolatado por la ineptitud que se observa en su capacidad de gobernar.
Menos populismo ideológico que acentúa la polarización y más capacidad de consensos es lo que anhelamos los colombianos.