La política antidrogas del gobierno nacional, ha sido un fracaso. Los cultivos se han incrementado a la cifra exorbitante de 250 mil hectáreas de coca en el país. De nada ha servido esta retórica barata promulgada en los escenarios internacionales de buscar un proceso de sustitución de cultivos, mientras se sigan incentivando la laxitud con las organizaciones narcoterroristas que día tras día están azotando el bienestar general de las familias colombianas. Los departamentos del Caquetá, Putumayo, Nariño, Cauca y Norte de Santander, se han convertido en territorios donde presentan mayores extensiones de cultivos ilícitos. Es sana la intencionalidad del presidente Gustavo Petro Urrego de implementar una política de sustitución de cultivos ilícitos. Desafortunadamente la presencia de estas organizaciones subversivas en estas regiones, contrarrestan los esfuerzos gubernamentales. Ahí tenemos los resultados.
Vale la pena seguir insistiendo con la erradicación de estas sustancias sicoactivas, que están dejando una estela de personas adictas y generando la más cruda violencia que tiene el país actualmente. Si hay un frente en el que se ha sentido con mucha fuerza en todos estamentos gubernamentales, es seguir trabajando para combatir este flagelo que corroe las sanas costumbres de las nuevas generaciones. Tras varias décadas en las que no obstante los diferentes matices ideológicos de quienes tuvieron las riendas del país, estuvo claro que la erradicación era una tarea de la que no se podía prescindir, así fuera aérea o manual, el enfoque actual es que tienen el problema del narcotráfico que ha llevado a que se frene la labor, al punto de que en enero la cifra de hectáreas intervenidas fue de cero.
Ojala las negociaciones que se adelantan con algunas organizaciones subversivas dedicadas al tráfico de estupefacientes, en el marco de la política de la Paz total, se puedan fortalecer las acciones de interdicción y desmantelamiento de las estructuras financieras y una política que busque tener a los cultivadores de aliados de la estrategia gubernamental, que tarde o temprano les puede rendir sus frutos. Así mismo, ante la imposibilidad de erradicar, las autoridades han optado por un camino que, paradójicamente, es el que muchos expertos recomiendan por su efectividad: el de atacar otros eslabones, como los insumos o los capitales para la compra de la hoja y de la base de coca. Esta estrategia debe mantenerse aun en caso de que regrese la erradicación.
De acuerdo con lo anterior, Colombia seguirá en el ojo del huracán en el contexto internacional. Estados Unidos estará seguirá atento del accionar gubernamental para buscar una efectividad en la política antidrogas. Recordemos que este país que es considerado la primera potencia económica mundial nos puede descertificar en los próximos meses sino mostramos resultados positivos que conduzcan a disminuir el área sembrada de estos narcóticos. Con ellos no se juega.