Luis Humberto Tovar Trujillo
Cada día me sorprenden más, los altos niveles de desorden, como avanza nuestro país.
Discúlpenme la contradicción mencionada, de pronto he entrado en ese proceso de desorden conceptual, aunque los desórdenes delincuenciales, son los únicos que avanzan, y conducen inexorablemente a la destrucción, y al fracaso.
Sigo creyendo, que no es posible el silencio sepulcral de nuestras fuerzas legítimamente constituidas, donde hemos llegado a la vulgarización institucional, donde se ha vuelto pan de cada día, el desobedecimiento a la constitución y a la ley, llegando a creerse, que ese desobedecimiento es la nueva normalidad institucional, donde el presidente y su gobierno, luchan por legitimar ese desorden, violando cada día nuestras normas, sin que exista poder alguno, que le ponga freno a semejante despropósito.
Todo es desorden, todo es caos, promovido desde el gobierno, con intereses oscuros y tendenciosamente dirigidos a generar un caos en todos los órdenes de la sociedad, para que, en esa oscuridad deliberada, aparezcan, y pescando en rio revuelto, logre el gobierno los éxitos subterráneos y oscuros, para terminar de perpetuarse en el poder, aniquilando las instituciones y seguir robando a diestra y siniestra, y llevar a la miseria a la sociedad.
En otro tema manido, «la paz total», no, es más, que el caballito de batalla, para seguir protegiendo a la delincuencia y entregarle el país, y obtener así esa paz, basada en el miedo, que desde el gobierno se le infunde a Colombia, para obtener sus réditos delincuenciales, y someter en una «paz total», a una sociedad temerosa y humillada.
Esa paz, no es más que, el sometimiento humillado de un pueblo, por una delincuencia protegida por el gobierno, donde, ni la corte se salva de semejante despropósito.
Indigna sería nuestra corte, si elige de la terna existente a un fiscal, cuando ha sido la generadora de la última humillación por parte del gobierno, ya enviciado a atentar contra ella, en una repetición de la repetidera de la historia, tenido como protagonista, al mismo actor de esa película de terror, propuesta contra nuestras instituciones. Y no pasa nada.
Lo peor una fuerza pública, donde nuestras instituciones llamadas a ser defendidas, no hacen nada para salvaguardarlas.
Triste episodio de la vida nacional. Fuerza pública humillada, con las armas en la mano, y en la indignidad superlativamente vergonzosa, que merecen todo el repudio nacional, por incapaces de asumir sus propios roles constitucionales.
Vergüenza de la fuerza pública ante las vías de hecho de reciente aparición, pretendiendo aniquilar la rama judicial, viciando el consentimiento de la corte, por los afanes delincuenciales, de un gobierno llamado a ser la peor vergüenza institucional de Colombia.
Todas las decisiones del gobierno, han sido de lo más asqueroso de nuestra historia republicana, en cualquiera de los instantes en que ha transcurrido de este gobierno.
Dios salve a Colombia de tanto horror y tanto terror.