La participación de la oposición en las marchas desarrolladas el día anterior en las ciudades capitales del país, demostraron en las calles las manifestaciones de inconformidad contra el accionar gubernamental del presidente Gustavo Petro, se constituyeron en una nueva expresión de las que se tienen previstas en lo que le restan de su periodo constitucional. Al cumplirse 19 meses de su posesión, la sociedad colombiana, salió a protestar pacíficamente. Hubo cero ataques contra la fuerza pública, no existieron pintadas a las paredes, los buses de Transmilenio no fueron vandalizados, ni monumentos, vitrinas, cajeros y establecimientos bancarios, almacenes saqueados, daños a la propiedad pública y privada entre otros, en cada una de las multitudinarias marchas que transcurrieron en completa normalidad en los municipios del país, donde se desarrollaron. Porque la gente que ama el país no destroza ni la destruye. Esa fue la gran diferencia con las marchas programadas en otrora y convocados por los movimientos afectos al gobierno del cambio. Fue un ejemplo de civismo y de respeto por las instituciones democráticas de la Nación. Además, no hubo detenidos y no existieron daños a la infraestructura productiva.
Se espera que las próximas marchas que se tienen programadas, se sigan desarrollando en completa normalidad y que el gobierno nacional siga garantizando la protesta social como un símbolo de la democracia colombiana. Fue una maravillosa demostración de paz y de civismo, nunca visto en la historia de la vida republicana de Colombia. Más de cien mil personas acudieron a estas protestas sociales pacificas en contra del accionar gubernamental incoherente ejecutivo. Protestaron contra las reformas presentadas por el presidente de la República en el Congreso de la República y que muestran una incertidumbre para su aprobación por el legislativo, por el avance territorial de las organizaciones narcoterroristas que están afectando el bienestar de las familias colombianas, que junto con la progresiva destrucción del dinamismo productivo, el país avanza hacia un futuro incierto, donde no se vislumbra una luz al final del túnel, para mejorar las condiciones de calidad de vida de los colombianos. Es la triste realidad que está presentando Colombia. No podemos ocultar la luz del sol con un dedo.
La expresión de inconformidad que se llevó a cabo el día anterior en 18 ciudades que protestaron como una protesta ciudadana que se debe respetar y que el presidente de la República debe atender sus reclamos, pero que desde el gobierno no están dispuestas a cambiar su forma de gobernar. El egoísmo, su odio visceral al sector empresarial y a la legalidad del país, seguir manteniendo un ideario risible de sus propuestas para preservar la vida en el cosmos y en el universo, debe reorientar su accionar y aterrizarlo a una realidad que está viviendo la sociedad colombiana.