Las ventas minoristas en Colombia continuaron su tendencia a la baja en enero, marcando el undécimo mes consecutivo de contracción, según informó Dane. En Neiva, comerciantes aseguran que pese a tener una oferta amplia, la demanda sigue frenada.
Diario del Huila, Economía
Las ventas minoristas en Colombia han sufrido una nueva contracción, registrando un descenso interanual del 3,9% en enero, según datos reportados el viernes por el Departamento Nacional de Estadísticas (Dane). Este marcado declive ha llevado a que las ventas minoristas experimenten once meses consecutivos de caídas, reflejando así la persistente desaceleración económica en el país.
Aunque la caída en enero fue menor que la registrada en diciembre, que fue del 4,7%, la situación sigue siendo preocupante. Once líneas de mercancía han reportado variaciones anuales negativas en sus ventas reales, destacando especialmente las ventas de prendas de vestir y textiles, así como repuestos, partes, accesorios y lubricantes para vehículos. Además, las ventas de vehículos automotores y motocicletas también han experimentado un importante descenso.
El comercio en Colombia se ha visto afectado por diversas variables macroeconómicas, entre ellas las altas tasas de interés, con un indicador referencial del Banco Central ubicado en un 12,75%, y la elevada inflación que ha superado la meta establecida en un 3%, alcanzando un 7,74% al cierre de febrero.
En el acumulado de los últimos doce meses hasta enero, las ventas minoristas en el país sudamericano han sufrido un desplome del 6,9% en comparación con el mismo período del año anterior. Estas cifras respaldan las expectativas de que la economía colombiana mantendrá un ritmo de crecimiento moderado durante este año, proyectado en torno al 1,5% según el Gobierno. Aunque esta estimación es más positiva que la expansión del 0,6% registrada en 2023, el panorama económico sigue siendo desafiante para el país.
El consumo continúa frenado
El panorama comercial continúa desafiante mientras el consumo se mantiene estancado, según los últimos hallazgos de una encuesta mensual realizada por Fenalco. Febrero no marcó el inicio de una recuperación, ya que la mayoría de los comerciantes informaron que sus volúmenes de ventas fueron iguales o inferiores a los del año anterior.
El 84% de los encuestados reportó que sus ventas se mantuvieron estables o disminuyeron en comparación con el mismo mes del año anterior, con solo un 16% que registró un aumento en las ventas. Estos resultados marcan el peor febrero desde 2017, reflejando un clima comercial sombrío en medio de un contexto de incertidumbre económica.
Las razones detrás de esta desaceleración son diversas y complejas. A nivel global, la economía enfrenta desafíos significativos, incluida la persistencia de la pandemia de COVID-19, que ha generado incertidumbre y afectado los hábitos de consumo.
Las restricciones impuestas para contener la propagación del virus han tenido un impacto directo en la actividad comercial, limitando la capacidad de los negocios para operar con normalidad y afectando la confianza del consumidor.
A nivel nacional, factores como la inflación, el desempleo y la inseguridad también han contribuido a la desaceleración del consumo. La escalada de los precios de los alimentos y otros productos básicos ha erosionado el poder adquisitivo de los consumidores, reduciendo su capacidad para gastar en bienes y servicios no esenciales. Al mismo tiempo, la incertidumbre económica y laboral ha llevado a una mayor cautela entre los consumidores, quienes han optado por ahorrar en lugar de gastar.
Los informes de supermercados y tiendas de descuento sugieren que las ventas han permanecido estancadas en comparación con el año anterior, especialmente en productos duraderos y semiduraderos como muebles, electrodomésticos, textiles y calzado. Esta tendencia refleja una tendencia más amplia de desaceleración en el sector minorista, que ha sido afectado por la debilidad del mercado laboral y la reducción de la demanda de los consumidores.
A pesar de los esfuerzos de algunos comercios para estimular el consumo mediante descuentos agresivos, la demanda sigue siendo baja. Se espera que las condiciones de acceso al crédito mejoren en el segundo trimestre, lo que podría ofrecer un respiro para los consumidores y estimular el gasto. Sin embargo, persisten los desafíos para el sector, que enfrenta una serie de obstáculos en su camino hacia la recuperación.
Uno de los principales desafíos es la percepción creciente de inseguridad, que ha sido identificada como un problema preocupante por un número significativo de empresarios. La escalada de amenazas y extorsiones de grupos delincuenciales ha dificultado la actividad comercial, especialmente para los distribuidores mayoristas que operan en áreas periféricas y rurales. Esta situación ha generado un ambiente de incertidumbre y ha afectado la confianza de los empresarios, quienes se muestran reacios a realizar inversiones y expandir sus operaciones en un entorno tan inestable.
No una nueva reforma tributaria
Aunque lo que se conoce de la iniciativa de una nueva reforma tributaria es que tiene como objetivo intentar reducir la tasa nominal de renta de las empresas, un 73% de empresarios consultados por Fenalco rechaza esta posibilidad porque no es buena idea trasladar el sacrificio fiscal a las personas naturales, quienes sufrieron un drástico aumento con la ley 2277/22.
Los comerciantes también expusieron las preocupaciones que más los aquejan en este momento en el país. En resumen, ha bajado la intensidad del problema de la escasez de mercancías, así como el aumento en los precios de las mismas, pero persiste el problema de la baja demanda y se acentúa notoriamente la percepción de inseguridad.
