Alvaro Hernando Cardona González
Muy seguramente todo humano, en todos los tiempos, se ha preguntado por el origen de todo. Y eso nos ha llevado a preguntarnos si, dado un universo perfecto, el origen de todo es divino o no. Para la mayoría, la perfección del universo y su funcionamiento, la perfección humana y la racionalidad mezcladas nos llevan a aceptar más fácil un arquitecto divino que una causalidad. Tanto, que la mayoría de los científicos ha terminado inclinada más por la primera posición que por la segunda. Como se nota, esto tiene mucho que ver con el ambientalismo, la ética y la moral. Básicamente es resultado del siguiente silogismo: si el origen del ser humano y lo que lo rodea, es divino; si la creación humana y ambiental es perfecta; no es bueno (ética y moralmente aceptable) hacer daño a la creación, tanto por el daño que hacemos a los demás humanos, como a la divinidad.
En esta auto reflexión, hemos hallado un asidero histórico, que racionalmente, nos lleva a sumarnos a la “confirmación” de que el origen de todo es divino. Son testimonios de 4 escritores que vivieron alrededor de la época de Jesús que confirman su existencia ubicándolo coincidente con algunas referencias contenidas en los Evangelios al fin y al cabo las referencias más aceptadas sobre su presencia en el mundo.
Quienes hablan de Jesús, son: 1. Plinio el Joven (abogado, escritor y científico que fue gobernador de la provincia romana de Bitinia, actual Turquía) quien en el año 112 d.C. escribió al emperador romano Trajano sobre la forma en que se implementó la persecución a los cristianos así: “A los que pertenece un gran número de gentes de toda condición, edad y sexo, se reúnen un día determinado antes de salir el sol, tributan a Cristo adoración actual como a un Dios”. Es una cita que se hizo ocho décadas después de la muerte de Jesús, es un párrafo histórico de que en esa época había creyentes de Cristo en regiones alejadas de Judea.
2. Tácito (historiador romano que vivió y que escribió aproximadamente en el año 115 o 117 d.C. sus Annales, y allí donde habló sobre el incendio de Roma del año 64 d.C. que motivó la persecución de Nerón, dijo: “Para hacer cesar esta voz, presentó como reos y atormentó con penas refinadas a aquellos que, despreciados por sus abominaciones, eran conocidos por el vulgo con el nombre de cristianos”. Y continúa: “Este nombre les venía de Cristo, el cual, bajo el reino de Tiberio, fue condenado a muerte por el procurador Poncio Pilato”. Hasta acá, los historiadores confirman contundentemente la existencia de Jesús y cómo sucede su muerte bajo el régimen de Poncio Pilato. La semana entrante terminaremos estas referencias.
