La sociedad colombiana se encuentra ad-portas de sufrir racionamientos del suministro de agua y de energía, por cuenta del fenómeno del niño y en parte menor por la improvisación del gobierno nacional, que nunca adoptó previamente acciones que permitieran minimizar sus efectos nefastos para el bienestar de las familias colombianos. En el caso de la energía, los estragos de este efecto natural en los embalses se convierten en el chivo expiatorio para tapar el desgreño y la pugnacidad en que se está inmerso el sector eléctrico, en donde nadie manda. Las consecuencias que tiene la ausencia de lluvias durante el primer trimestre del presente año en las regiones, las cuales han impactado negativamente a los niveles de los embalses. Han vuelto a sonar los tambores de racionamiento en todo el país. Es el menor de los problemas que experimenta un sector eléctrico colombiano totalmente anarquizado por algunos consumidores que no pagan las facturas de consumo y que se han acostumbrado a que el resto de los colombianos les paguen sus cuentas de largas horas de aire acondicionado o de conexiones ilegales.
Mientras la capital del país ha entrado en un serio racionamiento del país, por los bajos niveles de los embalses que le proveen este preciado líquido, situación similar se está presentando en las demás regiones del país, porque dichas represas presentan miles alarmantes por debajo del promedio nacional del 30%. Sino cambia el panorama del tiempo en los próximos días las autoridades energéticas, se verán abocados a decretar racionamientos de energía en todo el país. Es la cruda realidad. Si se siente incertidumbre por la adopción de estas medidas, en momentos cuando los colombianos estamos viviendo una intensa sequía y por consiguiente un aumento de las temperaturas. Aunque el ministro de Minas y Energía, Andrés Camacho ha expresado, que por el momento se descarta la posibilidad de un racionamiento, lo cual no es cierto, dadas las condiciones climáticas que se están presentando en las regiones del país, por la ausencia de las luvias y por el aumento de la demanda de energía, por la alta oleada de calor.
Ya las familias colombianas no les creen a los pronósticos del Ideam. Nos han venido afirmando que en los anteriores meses empezaban las temporadas de lluvias. Y nada. Por este motivo, nos toca sumir comportamientos austeros para ahorrar energía y por consiguiente agua. Estos momentos son críticos para el bienestar de las familias colombianas y por consiguiente para la recuperación de la dinámica productiva que se encuentra de capa caída. La necesidad imperiosa de ahorrar energía, nos obliga el aprovechamiento al máximo del suministro de luz natural para evitar usar lámparas o iluminación artificial. Igualmente es importante desconectar los electrodomésticos cuando no se están utilizando.
