Alfredo Vargas Ortiz Orgullosamente
Docente Universidad Surcolombiana
Doctor en Derecho Universidad Nacional de Colombia
La historia reciente mostró un consenso ante la barbarie propuesta por el Nacional Socialismo de la Alemania Nazi, y este consenso se materializó con el nacimiento de la Organización de las Naciones Unidas y con la firma de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, y todos los tratados e instrumentos internacionales que la desarrollan y que componen el cuerpo del derecho internacional de derechos humanos a saber: el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y sus dos protocolos facultativos, y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que en definitiva forman la llamada “Carta Internacional de Derechos Humanos”.
Todos estos tratados y declaraciones estuvieron acompañados de Tribunales Internacionales como la Corte Europea de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, así como la recientemente creada Corte Penal Internacional que juzga a los violadores de derechos humanos y el derecho internacional humanitario como personas individualmente consideradas.
Lo anteriormente afirmado pone de manifiesto un contexto jurídico internacional que se supone blinda y desautoriza a personas o cualquier tipo de Estado que persiga proyectos excluyentes, discriminatorios y viole sistemáticamente los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, esa es la esperanza que ofrecemos quienes desde las aulas y en el ejercicio práctico hemos defendido estos postulados. Pues, todos estos instrumentos internacionales son definitivamente las herramientas que la humanidad tiene para defenderse de la arbitrariedad de estados que con proyectos que violan o que pretenden violar de manera masiva los derechos de las personas y que, por ende, puedan ser repelidos, cuestionados y sancionados drásticamente por estos organismos internacionales.
Esa es la idea y la esperanza de quienes hemos estado estudiando el derecho internacional y exigiendo su cumplimiento en el ámbito profesional frente a las masivas violaciones de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario en nuestro país. Sin embargo, resulta realmente desconcertante que hoy, ante las múltiples evidencias de la violación sistemática de las normas internacionales de derechos humanos y derecho internacional humanitario por parte del Estado de Israel, Occidente no actúe con la misma contundencia que debiera actuar en el marco de todos estos estatutos normativos que hoy exigen de los estados una solidaridad de cuerpo frente a la arbitrariedad.
Se supone que existe una conciencia de la humanidad que exige de todos los estados un llamado a defender los derechos de las personas. Sin embargo, asistimos deshonrosamente al genocidio de un pueblo débil como en el caso de Palestina, por parte del Estado de Israel en una lucha a muerte con los terroristas de Hamás, un pueblo que tiene que asumir la muerte de mujeres, niños, ancianos, personal sanitario y en general población civil que hoy se calcula en más de 30 mil personas, y que han sido utilizados como escudos humanos y están sufriendo las consecuencias terribles de una guerra absolutamente injusta y desproporcionada. Obviamente la actuación de Hamás es abominable, la rechazamos con contundencia, no le reconocemos sus modos de operar, pero estamos en contra también de las violaciones sistemáticas a los derechos humanos por parte del Estado de Israel.
En definitiva, vale la pena recordarles a los países occidentales que hoy le están dando carta blanca al Estado de Israel para que cometa esa cantidad de crímenes de lesa humanidad, que tanto el Estatuto de la Corte Penal Internacional e incluso las normas internas de los estados prohíben cometer homicidios, atentar contra bienes protegidos por el derecho internacional humanitario como universidades, escuelas u hospitales y por supuesto el ataque ciego y desproporcionado a la población civil.
Occidente no puede seguir haciéndose el de la vista gorda, y por eso hacemos un llamado a buscar que pare el genocidio en Gaza, nos solidarizamos con el pueblo Palestino y el pueblo de Israel por sus secuestrados y muertos, pero está claro que en una guerra nadie gana, en una guerra todos pierden e invitamos a los pueblos que firmaron la carta de Naciones Unidas a que sean coherentes con este pacto y hagan prevalecer la vida de nuestros pueblos.
