Por: Santiago Ospina.
Colombia cuenta con una serie de atributos que lo hacen un país óptimo para el comercio exterior, desde su ubicación geográfica privilegiada y diversidad de productos hasta una mano de obra calificada a costo competitivo. Pese a esto, la realidad es que los exportadores a menudo se encuentran con que su competencia en el exterior dispone de costos más competitivos que influyen indudablemente en el éxito de sus negociaciones.
Estos costos, irónicamente, se incrementan en su mayoría en la logística nacional, pues la carencia de un sistema de transporte multimodal extenso ha obligado a los comercializadores a ceñirse a la oferta actual, que no es ni la más rápida, ni la más económica, ni la más sostenible.
Esta semana la Federación Nacional de Cafeteros transportó 160 toneladas de café en tren desde la estación de La Dorada hasta el puerto de Santa Marta, y esto, por supuesto, ha sido una muy buena noticia para los caficultores colombianos que han luchado históricamente contra la desventaja en costos vs. su competencia internacional, incluyendo a la misma Federación.
Sin embargo, este hito también es un indicativo próspero para la mayoría de industrias, pues el tren ofrece una respuesta indispensable ante los diferentes desafíos de carga y volumen que presentan varias industrias como la agrícola y textil, por ejemplo.
Con la facilidad de movilizar grandes cantidades de mercancías de manera económica, el tren emerge como un actor clave para el comercio exterior en países líderes como Alemania, Estados Unidos o China. Un tren puede transportar una tonelada de carga a través de cientos de kilómetros con solo un litro de combustible, lo que reduce drásticamente el costo logístico por unidad y aumenta la rentabilidad de nuestro producto en el mercado internacional.
Además, el tren emite hasta cinco veces menos CO2 en comparación con un camión de carga, y esto alinea al país con compromisos internacionales como los ODS. Esta reducción en las emisiones mejora la imagen del producto colombiano como verde o sostenible, una ventaja competitiva en los mercados ambientalmente conscientes, que son cada vez más.
Un mayor desarrollo de la infraestructura ferroviaria traería además, desarrollo económico y social al ayudar a la creación de oportunidades de empleo y la formación de redes entre las comunidades aisladas.
Lejos de ser solo una simple mejora tecnológica para el sector comercio, el tren representa una herramienta fundamental para la estrategia nacional en mejorar la competitividad y la sostenibilidad de lo que nos caracteriza en el extranjero.
Las nuevas generaciones anhelamos ver al ferrocarril como solución de transporte a largo plazo, que puede servir como beneficio para toda la nación con el propósito de fortalecer nuestro comercio internacional y aumentar la calidad de vida de los ciudadanos. Ante la carencia ferrovial del país, es el momento de reinvertir en este tipo de iniciativas que generan un verdadero cambio en desarrollo y competitividad para Colombia.
Con el aroma de un café huilense los saludo,
Santiago Ospina L.
