Por: José Eliseo Baicue Peña
En el año 2020, la Cámara de Comercio del Libro determinó que, en promedio, un colombiano lee 2.7 libros al año, cantidad muy baja al momento de comparar con países como México, Argentina y Chile. Esto, para no referirnos a otras latitudes como España, Alemania, Japón o Inglaterra, donde la cifra es de 12, 8, 35 y 10 respectivamente.
Deben existir varias razones para ello. Aunque, es claro, que en nuestro país no se ha consolidado una cultura de la lectura y sus múltiples bondades para el ser humano y, por ende, para el desarrollo de las naciones.
Así mismo, hay que decir, también, que existen muchas restricciones para acceder a la lectura en ciertos grupos poblacionales, mientras que a otros se les facilita más en razón de su posición social, recursos económicos o vida académica y laboral.
Por eso, me encantan estas palabras pronunciadas por Vargas Llosa al recibir el premio Nobel en el año 2010:
“Aprendí a leer a los 5 años en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio La Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi sesenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a D’Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas”.
La Declaración Mundial sobre Educación para Todos, promulgada en 1990, definió la lectura y la escritura como uno de los instrumentos esenciales para el desarrollo humano, y como uno de los aprendizajes básicos que los seres humanos necesitan para sobrevivir, desarrollar plenamente sus capacidades, vivir y trabajar con dignidad, participar plenamente en el desarrollo, mejorar la calidad de su vida, tomar decisiones fundamentales y continuar aprendiendo.
No olvidemos que la lectura tiene una gran importancia en el proceso de desarrollo y maduración de los niños, por tal motivo es tan importante crear el hábito de leer en sus hijos desde edad temprana, ya que existe una estrecha relación entre lectura y rendimiento escolar.
Por eso en Egipto a las bibliotecas se les llamaba el tesoro de los medios del alma. Porque en efecto, en ellas se curaba la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades, y el origen de todas las demás.
Por todo esto, a leer se dijo.