EL RINCÓN DE DIANA
Por: Diana Montes
Todos sabemos de la importancia turística del San Pedro, pues este festival atrae gentes de todo el país, siendo un espacio donde la tradición y la belleza del folclor se destacan. Sin embargo, un reciente incidente ha puesto en evidencia una preocupante realidad que no puede pasar desapercibida.
Un video que se ha vuelto viral muestra a una participante siendo maltratada verbalmente por su maestro de baile. Este tipo de comportamiento no solo afecta el bienestar emocional de la participante, sino que también envía un mensaje equivocado sobre los valores que deberían prevalecer en un evento cultural de esta magnitud. La danza, como expresión artística, requiere de un ambiente de respeto y apoyo. Los métodos de enseñanza basados en el maltrato no tienen cabida en ninguna disciplina, y mucho menos en una que celebra el arte y la tradición. Yo, que estudié en el CEINAR, colegio artístico de carácter público, puedo dar fe de que no es necesario el maltrato para la enseñanza de un arte tan preciado como es la danza.
La cultura y el folclor que se celebran durante este evento son patrimonio de todos los huilenses, y es nuestra responsabilidad asegurarnos de que se mantengan libres de prácticas abusivas. El respeto y la dignidad deben ser pilares fundamentales en todas las interacciones. Sin embargo, es triste darse cuenta que el comentario más repetido a propósito del video mencionado haya sido que “así son todos los maestros e instructores de baile”. ¿Eso quiere decir que nuestras reinas, que son nuestras representantes del folclor regional, deben sufrir maltrato emocional (si es que no físico) para llegar adonde están? Y después de que las eligen, ¿qué pasa con ellas?, ¿se quedan con el trauma, o reciben el apoyo necesario para mantener vivas las tradiciones huilenses?
Es imperativo que los organizadores del festival tomen medidas para erradicar estos comportamientos. La implementación de códigos de conducta claros y la formación en métodos pedagógicos respetuosos para los maestros y entrenadores son pasos necesarios para garantizar que todos los participantes puedan desarrollarse en un entorno positivo. Que un festival cultural no sea epicentro de la cultura del maltrato.
