Aníbal Charry González
El presidente de la Corte Constitucional José Fernando Reyes, en la conmemoración de los 33 años de la Constitución, sostuvo una auténtica falacia constitucional para oponerse insólitamente a la convocatoria de una Asamblea Constituyente como expresión legítima del constituyente primario, en el entendido de que no se trató de una mentira propiamente, sino de una argumentación que pareciera correcta, pero que se estrella con la tozuda realidad de la reforma sistemática de la Carta por parte del Congreso hasta desfigurarla, que no del constituyente primario, que no ha podido estrenar su supuesta soberanía para hacerlo, por haber quedado sometido y controlado absurdamente por el constituyente secundario.
Esto fue lo que sostuvo sin sonrojarse, negando la realidad para oponerse indebidamente a la convocatoria haciéndole el juego al establecimiento que se opone radicalmente a ella, y de paso quedando impedido para intervenir en el examen de constitucionalidad en caso de convocarse mediante el acuerdo político que se anuncia, lo mismo que toda la Corte al hablar en su nombre: “ La Carta Magna no puede ser una masa deforme, gelatinosa y banal cambiada a placer, sino al revés: debe ser un texto rígido con muy relativas flexibilidades”.
Una auténtica falacia constitucional como se ha dicho, cuando se propone la intervención del constituyente primario, cuando el Congreso la ha reformado a su amaño mas de 50 veces con el aval de la Corte Constitucional convirtiéndola en esa “masa deforme” de que habla el magistrado Reyes, y que ahora niega cuando se trata de que el pueblo directamente la pueda reformar. De ahí que el Presidente Petro con razón le haya respondido que esta equivocado al tratar de coartar como juez de constitucionalidad la convocatoria del pueblo como soberano a una constituyente, y más cuando se requiere con urgencia su intervención para reformar el podrido sistema político electoral madre de todos los problemas de corrupción que nos agobian, a la justicia, donde la misma Corte ha reclamado la participación del constituyente primario para crear una Corte de aforados, y a los organismos de control cooptados a su servicio por la vitanda clase política.
Por eso es necesario que se trate de convocar una asamblea constituyente por los cauces constitucionales con el fin de que se pueda pronunciar el pueblo, que solo es soberano en el papel porque no ha podido ejercer su poder de reforma por haber quedado presa de un Congreso contaminado que no hará las reformas de fondo que requiere este país para salir del pantano de la corrupción como principal plaga que nos devora, para lo cual el presidente Petro debe presentar un proyecto de ley al Congreso para convocarla con puntos concretos como los que he mencionado, para ver si es posible de una vez por todas que el pueblo se pueda pronunciar y acabar con este galimatías donde hasta el máximo juez constitucional se opone a que el pueblo pueda ejercer su poder constituyente.