Deshojando Margaritas
Por Margarita Suárez
Nuestra madre Marinita, como le decían muchos amigos, falleció el pasado 5 de julio, a las 5 pm. Inmediatamente mis hijos, María Margarita y Jorge Enrique, montaron un operativo para que yo alcanzara a viajar desde el exterior y llegar a tiempo a Neiva, para poder asistir a sus exequias. Igual ocurrió con otras dos hermanas que viven fuera de Colombia. Una de ellas se vio damnificada por la cancelación de su vuelo de El Paso a Houston, por la amenaza del huracán Beryl. Tuvo que viajar por Méjico y su desplazamiento se prolongó. Hubo que aplazar un día las exequias, pero llegó a tiempo para darle el último adiós. Así pudimos estar los ocho hijos y muchos nietos y bisnietos, acompañándola en su camino hacia la morada eterna. Mi madre falleció de 94 años y tuvo la satisfacción de haber irradiado mucho amor en su familia lo que nos permitió mantenernos unidos. Su chispa, con dichos muy chistosos, que siempre estamos recordando sus hijos, era inagotable. Amó a su familia, pero también a sus grandes amigas, que llegaron a ser muchas. Infortunadamente de su numeroso grupo, con quienes jugaban cartas en las tardes, ya solo quedan cinco. Todas ellas, a pesar de su avanzada edad, estuvieron presentes en las exequias. Cuando mi padre falleció hace 42 años, nuestra madre supo seguir conduciendo a su familia y fue nuestro gran apoyo en todos los momentos, los buenos y los malos. No tengo sino palabras de agradecimiento hacia ella por todo lo que nos dio con generosidad sin límites, sin escatimar esfuerzos, siempre provista de una humildad y sencillez que rayaba en lo increíble. Hasta cuando cumplió 90 años estuvo intacta, sonriente, dicharachera, arropando a su familia. De allí para adelante surgieron los achaques que poco a poco la fueron consumiendo, hasta que su cuerpo se apagó lentamente. En la misa ofrecida en su honor pudimos sentir el aprecio que le tenían, fue emocionante ver que la iglesia se llenó de amigos. Fue emocionante y creo que se lo merecía por todo lo que dio a su familia y a sus amigos en vida. Pasará mucho tiempo antes que se nos borre este dolor tan fuerte que llevamos dentro por su partida de este mundo. O quizá no se borre nunca, es como si nos arrancaran parte de nuestro ser. DEP madrecita.