Hay que hacerles un reconocimiento a los integrantes de la Selección Colombia y a su equipo técnico dirigido por el argentino Néstor Gabriel Lorenzo por los momentos de alegría y felicidad que nos brindaron en los partidos de la Copa América, que se desarrollaron en varias ciudades de los Estados Unidos. Nuestro tricolor desde hacía 23 años no estaba en una final de este magno certamen. La Selección Argentina salió Campeón al vencer en el periodo complementario al mejor onceno del balompié americano que demostró la alta calidad futbolera en cada de los encuentros que sostuvo y que le permitieron llegar a este cuadro de honor. Hay que destacar la permanente presencia de la hinchada colombiana, que siempre llenó los escenarios deportivos donde jugó nuestro equipo del alma. Totalmente llenos, lo cual generó confianza, respaldo y optimismo en cada uno de los partidos disputados. Gracias y seguiremos expresando nuestros agradecimientos por todo lo realizado en el país más grande del planeta. Vibramos más de 45 millones de colombianos con el talento y la magia futbolera que nos brindaron.
Pero no todo es color de rosa. La final que se desarrolló en el estadio Hard Rock generó el peor caos que haya ocurrido en la historia republicana de los Estados Unidos, por personas colombianas que querían entrar al escenario a la fuerza, lo cual generó destrucción de algunos sitios del escenario, heridos, hurtos, avalanchas y ataques a la policía de Miami, entre otros desórdenes que afectan a la imagen de Colombia en ese país. Todas las redes sociales y los medios de comunicación a nivel mundial difundieron esas imágenes dantescas de violencia, irracionalidad y irrespeto hacia las instituciones norteamericanas. Nos recordaron los momentos aciagos que vivió nuestro territorio en otrora, cuando los desadaptados sociales de la primera línea destruían todos los establecimientos comerciales, infraestructura y medios públicos y privados de transporte que encontraban a su paso. Pues allí sucedió algo parecido. Una completa anarquía, que desbordó el accionar de los organismos de seguridad.
Lo que no saben estos desadaptados es que allí la justicia es implacable con los transgresores de las leyes y la institucionalidad norteamericana. Allí existe la identificación facial. En todas partes hay cámaras especializadas para detectar los rostros de estos criminales. Si pretenden salir del país, los organismos de seguridad los están esperando en los aeropuertos. Allí pegarle y atentar contra un miembro de la fuerza pública, tiene sus consecuencias judiciales y civiles severas. No están en Colombia, donde se premian a los delincuentes. Se equivocaron de país. Los están buscando cielo, mar y tierra para capturarlos y hacerles pagar los daños que ocasionaron. Hasta el presidente de la Federación Colombiana de Futbol Ramón Jesurún y su hijo Ramón Jamil, fueron arrestados por ocasionar escándalos y formar conflictos con la seguridad del estadio. Nadie se salva.