El gobierno nacional está afrontando nuevamente denuncias por los crecientes escándalos de corrupción que están salpicando a ministros, funcionarios, congresistas y contratistas que supuestamente han participado en el carrusel de la corrupción más grande de este siglo, lo cual están siendo investigados por los organismos de control. Las declaraciones de Olmedo López y Esneyder Pinilla, han develado todo el entramado de corrupción que tiene en ascuas al ejecutivo y legislativo nacional. La pugnacidad política reinante por estos días no deja ver con claridad los indicios de la captura del Estado por parte de intereses particulares. La captura del Estado o la cooptación institucional se conoce desde hace rato en dependencias que caen en las manos de organizaciones representados por políticos, quienes controlan decisiones de los gobiernos para su beneficio en medio de la impunidad reinante, que es denunciada por las redes sociales y medios de comunicación.
Pero, estas irregularidades tienen su génesis en el gobierno nacional. Desde que se posesionó el presidente Petro, se han venido denunciando estas situaciones irregulares en el manejo de la contratación estatal. El Constituyente primario esperaba que dichas costumbres abominables contra el erario iban a terminarse; pero desafortunadamente se siguen con esas prácticas que se han venido utilizando desde tiempos pretéritos. Ha sido una desilusión total. Así lo sigan negando las altas esferas del Estado Colombianos, las pruebas, los documentos y los testimonios de los funcionarios implicados, están arrastrando a otros actores que están desdibujando la imagen positiva que tuvo durante su campaña presidencial, pero que ahora lo tienen en la picota pública, por el actuar administrativo indelicado en algunos escenarios del desempeño en la administración central. Esto va para mal y para largo.
Es un hecho que los políticos controlan el Estado y que empresas especializadas en contratar con los gobiernos no dejen que el país se desarrolle. No hay presupuesto que alcance y las obras no se ven, es la prueba ácida de que se están robando parte del dinero de los impuestos. Las llamadas élites políticas corruptas están controlando el Estado por medio de su burocracia; los comportamientos delictivos en sus posiciones privilegiadas cada vez son más visibles sin que las autoridades de control y vigilancia puestas por ellos mismos actúen en beneficio de la sociedad.Es simple: una de las definiciones más claras y concisas de Estado capturado es que nadie hace nada contra la corrupción por dos razones: todo está comprado o todo está permitido. Son detestables los comportamientos que se han venido presentando y que se reflejan en las denuncias sobre la forma como el ejecutivo ha venido comprando la conciencia de algunos congresistas para lograr que las reformas presentadas al legislativo surtan su trámite de aprobación, con recursos de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo (UNGRD).