Por: Sergio Andrés Losada
En momentos en que el concepto del “Desarrollo” ocupa buena parte del debate político, académico, científico y económico, vale la pena precisar algunas reflexiones sobre lo que consideramos como tal.
Para algunos, una sociedad es desarrollada cuando los índices económicos son positivos, cuando la inflación no constituye un problema, cuando la inversión nacional o extranjera crece, cuando el desempleo no supera un digito, etcétera. Estos, en algunas ocasiones circunscriben el concepto de desarrollo al aspecto monetario y fiscal de una población.
Para otros, el Desarrollo va más allá de buenos números en el panorama general de la económica: Movidos por cosmovisiones humanistas, una sociedad alcanza su plenitud a partir de conceptos como el de la felicidad y la libertad.
Para nuestro concepto, unos y otros tienen una visión limitada de los factores que determinan el desarrollo de un conglomerado, pues capacidad de acceso al modus vivendi sin plenitud y óptimas relaciones sociales que habiliten la convivencia no es suficiente. De la misma manera, personas, familias o sociedades con voluntad de respeto por el proyecto de vida del otro, sin acceso a los mínimos vitales que garanticen condiciones de dignidad fracasan o difícilmente podrían alcanzar el concepto de desarrollo.
Proponemos, entonces, la adopción de la CULTURA CIUDADANA como concepto bisagra que articule ambas teorías y garantice que en el marco de una comunidad podamos gozar de desarrollo en el estricto sentido.
Entendamos la CULTURA como el conjunto de ideas, costumbres, creencias que determinan conductas y que están arraigados en una persona o una sociedad, y como CULTURA CIUDADANA aquellos comportamientos que se dan el marco del relacionamiento con los demás, con el entorno, la ciudad y los animales, tendientes a generar buena y sana convivencia y la capacidad de interrelacionarnos de forma asertiva.
En el Huila, estamos habidos de hábitos que nos habiliten buenas condiciones de vida: Carecemos en el contexto de las relaciones de los ciudadanos con los demás y con el entorno, incluida la naturaleza, de principios elementales de convivencia. Se impone la ley del más fuerte y no la de la solidaridad, véase lo que sucede en los pasos peatonales o los semáforos, donde cuesta ver que alguien que se desplace en un vehículo ceda el paso a un transeúnte.
El sentido de pertenencia es una rama de la CULTURA CIUDADANA, concepto que convierte pensamientos, palabras y acciones negativas por positivas, lo que lleva a que la población se apropie de la región donde vive, aunque suene a frase de cajón: Hay que ver el pueblo paisa como quiere y defiende a su tierra, si lo comparamos con nuestra actitud con el Huila seguramente entenderemos algunas de las muchas razones del por qué estamos tan rezagados en el desarrollo nacional.
La invitación a que profundicemos en este asunto y que empezando por las nuevas generaciones de Huilenses adoptemos la CULTURA CIUDADANA como uno de los motores de transformación para alcanzar el desarrollo anhelado.
