Por: Gerardo Aldana Garcia
Cual recia lluvia venida de lo alto de las montañas, con capacidad de estremecer la savia de árboles y sorprender ardillas y comadrejas lejos de su nido, llegó el mentado relevo de talento humano a la Secretaría de Cultura del Huila. Se venía hablando hace meses que, en cualquier momento, la Comisión Nacional del Servicio Civil, comunicaría al Gobernador del Huila, los listados de personas elegibles dentro de un largo proceso de convocatoria pública para proveer cargos de carrera administrativa. Y si, la Secretaría de Cultura fue una de esas dependencias que vive desde hace un poco más de un mes, la salida de varios profesionales de enorme capacidad laboral y notables rasgos de pertenencia con las causas del bienestar del sector cultura en la región.
Cuando un servidor público sale de un cargo, y especialmente si es relevado mediante un proceso como el mencionado, suele ocurrir que con mucha facilidad es olvidado; en principio, por la comunidad beneficiaria que pareciera insensible, escapándose, consciente o inconscientemente del acto humano de expresar gratitud por quien, durante años, décadas, a veces durante toda una vida, le ha servido; se suelen escuchar por algunos lados el cruel argumento de: para eso le pagan. No obstante, hay un escenario en el que el funcionario ido vive con mayor fijación en la memoria de otro colectivo: el de sus compañeros de oficina. Pese a la urgencia del trámite y los compromisos del día a día, quienes fueron sus amigos y constructores en común de esquemas de desarrollo y ejecuciones benéficas para la comunidad, notan y comentan cada ausencia, y suelen hacerlo con pesar, también con alegría por las huellas delineadas en cada uno por la relación construida.
Se ha ido de Cultura Departamental, Arley Fernando Mosquera Oviedo, aquel hombre de amplia sonrisa y disposición para servir, que durante más de ocho años acompañó e impulsó la promoción de los grupos folclóricos del Huila en sus edificantes embajadas hacia diferentes latitudes del país y el exterior. A él se le recuerda con admiración y aprecio en los ámbitos de la Banda Sinfónica del Departamento y el Conservatorio del Huila, áreas a las que prestó su concurso desde el ejercicio de una supervisión proactiva y respetuosa de la manifestación musical y sus ejecutantes. Y no se diga de su entusiasta capacidad para conducir actos públicos mediante los cuales la Secretaría y el gobierno departamental hablaban de sus ejecutorias. Arley Fernando, ha conmovido en un ágape de sus compañeros, celebrado en su honor y reconocimiento por la labor desempeñada; él dijo, gracias por déjarme llorar aquí con Ustedes, pues en casa no puedo hacerlo, allí no puedo ser débil. La diáspora laboral igualmente ha sustraído del escenario cultural, por ahora, a Martha Helena Polanía: la mujer de las Escuelas de Formación Artística y Cultural. Durante más de quince años, los treinta y siete municipios del Huila vivieron los benéficos efluvios de esta profesional del arte visual egresada de la Universidad de La Sabana, quien año tras año se entregaba a hombres y mujeres labradores de expresiones locales como pintura, arte escénico y música, entre otras. Marthica, así le seguimos diciendo, tenía como rasgo particular en su desempeño laboral, siempre procurar una solución o una oportunidad para el cultor, para el gestor. Y era persistente en sus causas. Le gustaba que sus proyectos tuviesen siempre los mejores resultados. Y hay un escenario al que también Marthica aportó sensibles contribuciones: el Museo de Arte Contemporáneo del Huila; allí, los artistas visuales en pintura, escultura, fotografía e incluso artesanía, encontraron siempre en ella puertas abiertas y una actitud positiva para las iniciativas regionales, las que ella, con el soporte de los sucesivos jefes de despacho, se encargaba de impulsar y magnificar con gestiones ante el gobierno nacional y cooperación internacional. Se debe sumar a su recorrido y contribución, su admirable juicio como jurado de concursos de interpretación del San Juanero Huilense, a los que era “Peliada” por alcaldes en sus fiestas patronales. Marthica era una funcionaria que sabía navegar muy bien en el mar de los artistas y los creadores de la región, siempre capaz de sortear temporales adversos y aprovechar los vientos benéficos que impulsaron la nave del arte y la cultura hacia playas de color, ritmo, desafíos y vida.
Por ahora, el éxodo cultural de la Secretaría del ramo, suma otro ser humano espléndido: Luis Calixto Bravo Garcés, Administrador de Empresas egresado de la Universidad Nacional de Colombia, el hombre de agradable voz para atender innumerables actos culturales como Maestro de Ceremonia. Poseedor de una colosal sensibilidad en el campo musical y especialmente del folclor colombiano, así como en aires de interés mundial como el Jazz, la Opera y la Zarzuela, supo llevar cada evento que oficiaba, hacia la valoración, admiración y aprecio por el artista o el creador en escena. Pero es que este funcionario dentro de su polifacética vida fue también cantante tenor en el coro del Conservatorio Departamental, formando parte de puestas en escena de obras de Jiussepe Verdi y George Bissete, entre otros, en arias como El Brindis o Toreador en Traviata y Carmen. Debe sumarse a su capacidad artística, ser intérprete de géneros como la balada en español y música popular, con las que engalanó tantas versiones de Noches Románticas para el público en general, bajo la instrumentación de la Sinfónica del Huila. Pero si vamos a lo estructural de su desempeño laboral, se registra con alegría y admiración su contribución en el funcionamiento del Sistema Departamental de Cultura, con proyectos de gran impacto regional como los Estímulos a los Creadores, el Consejo Departamental de Cultura y la articulación con los Consejos Municipales de Cultura, escenarios en los que el accionar del creador y el gestor cultural, son instrumentos de visibilización del sector cultural ante los gobiernos seccional y local, idóneos para influir la toma de decisiones en bien del interés común. Como Martha Helena, era igualmente Luis Calixto invitado permanente de los municipios para servir de jurado en los concursos de interpretación del San Juanero Huilense. De otra parte, está Luis David Ramírez Hoyos; otro profesional que ha salido de la dependencia; él más joven, pero igualmente meritorio en su desempeño, hizo importantes aportes desde el campo de la inclusión poblacional con minorías étnicas como afrodescendientes, indígenas, jóvenes y LGTB, quienes encontraron en este servidor público, amabilidad y disposición para el apoyo a sus solicitudes.
Es del caso anticipar que ya otros funcionarios de la Secretaría de Cultura del Departamento preparan su salida, aumentando el espacio que se llora cada día al saberse carente de tan sensibles experiencia y talento humano. En los próximos dos meses, al menos dos servidores de la actual planta besarán los muros de su sede para decir, adiós. Uno más, sorprenderá con su partida, esta vez por cuenta de la pensión; de él espero tener la oportunidad de escribir más adelante. A los nuevos profesionales que han cubierto los espacios dejados, les queda hacer acopio de su capacidad y experiencia profesional para asumir el reto cultural a su cargo, sabiendo que cuentan con la pujanza de la juventud y su espíritu explorador.
