Para quienes somos perfeccionistas y nos motiva ser productivos, el trabajo puede convertirse en una carrera constante con metas que evolucionan y se alejan pese a que corramos más y más rápido. Queremos cumplir con todo, chequear cada objetivo trazado, y eso nos llena de orgullo. Incluso muchos nos convertimos, con el tiempo, dependientes de la dopamina que esto libera. Pero, en medio de esa carrera donde tantas emociones y químicos se liberan, a veces no nos damos cuenta de lo cerca que estamos de cruzar el límite.
Es en esos momentos y normalmente tras una situación desencadenante, cuando empiezan a crecer los niveles de estrés y ansiedad. Queremos seguir haciéndolo todo bien, no fallar, y ese deseo de cumplir puede volverse tan intenso que, sin darnos cuenta, nos termina alejando de lo que realmente queremos lograr. El ritmo acelerado de la ansiedad nos va consumiendo, y esa energía que tanto necesitamos para ser funcionales y efectivos empieza a desvanecerse.
Lo curioso es que estos sentimientos de sobrecarga laboral emocional suelen aparecer justamente en las personas que más se esfuerzan. Aquellos que se exigen al máximo son quienes usualmente más rápido llegan a ese punto de agotamiento. Y cuando estamos en ese estado, por mucho que queramos avanzar, nos quedamos estancados.
Por eso, a veces es necesario parar. Tomarse un respiro no es un lujo, ni mucho menos el fin del mundo. Por lo contrario, es algo necesario y beneficioso. Alejarse un poco, ver las cosas desde otra perspectiva y con la cabeza más clara puede ser justo lo que necesitamos para retomar el camino con más motivación y determinación. Por el contrario, si seguimos empujando el carro pese a que tiene poca gasolina, corremos el riesgo de dañar el motor.
En un contexto como el actual donde se valora y se exige tanta productividad al individuo, no debemos olvidar que cuidar de nosotros mismos y de las personas en nuestros equipos es clave para seguir alcanzando los objetivos, y para revertir difíciles situaciones. Un descanso a tiempo puede marcar la diferencia entre alcanzar nuestras metas o quedarnos a medio camino. Así que si sientes que estás llegando al límite, no dudes en hacer una pausa. A veces, menos es más.
Con el aroma de un café Entorno, los saludo,
Santiago Ospina López