Ruber Bustos Ramírez
En cada ciclo de cosecha de café, me maravillo ante la dedicación y el trabajo incansable de nuestros recolectores. Sus manos, que día a día recorren los cafetales seleccionando con cuidado los frutos maduros, son el motor que impulsa la calidad y el renombre del café colombiano en el mundo entero.
La técnica de recolección manual selectiva ha sido fundamental para establecer la reputación de excelencia de nuestro café. Sin embargo, enfrentamos desafíos considerables que amenazan esta tradición. La escasez creciente de mano de obra, el envejecimiento de la población rural y la migración hacia otros sectores como la minería y la construcción, han elevado drásticamente los costos laborales en la industria cafetera. Estos desafíos son aún más palpables en regiones como el Huila, donde la demanda de mano de obra es particularmente alta, requiriendo aproximadamente 25,000 recolectores para atender la cosecha de los frutos rojos cada temporada.
Ante esta situación, es alentador ver iniciativas como el «Pacto para cosechar trabajo decente» promovido por el Ministerio del Trabajo y la Organización Internacional del Trabajo en el Huila. Este pacto busca mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del sector cafetero, fomentando la formalización laboral y asegurando condiciones justas y dignas para todos los involucrados en la cadena de producción del café.
Además, la llegada de migrantes venezolanos ha proporcionado un alivio temporal a la escasez de mano de obra, especialmente en momentos de alta producción y exportación del café colombiano. Esta contribución destaca la flexibilidad y la capacidad de adaptación del sector agrícola frente a los desafíos económicos y demográficos actuales.
Cada etapa del proceso del café, desde el cafetal hasta la taza humeante, es un testimonio del trabajo arduo y la pasión de quienes participan en esta industria. Valorar y reconocer el esfuerzo de nuestros recolectores es fundamental para garantizar la calidad y la sostenibilidad a largo plazo de nuestro café colombiano en el mercado global.
Desde la recolección hasta la postcosecha y más allá, es un testimonio del compromiso y la dedicación de quienes participan en nuestra industria. Valorar y reconocer el trabajo arduo de nuestros recolectores es fundamental para preservar y fortalecer la reputación del café colombiano en el mercado internacional, asegurando su posición como un producto de calidad y sostenible.