Diario del Huila

Amadeo González Triviño

Ago 17, 2024

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 Por: Amadeo González Triviño

Lo que pudo haber sido un sueño después de la segunda guerra mundial, cuando 51 países generaron la creación de Las Naciones Unidas en 1945, y se propusieron desarrollar todas las acciones y procesos hacia la paz y la seguridad internacional, ha terminado por ser hoy en día, con 193 países que conforman este organismo, en un completo centro o foco de impotencia, inoperancia o fracaso por no decir menos, cuando uno o dos países en el seno del Consejo de Seguridad se oponen con el derecho al veto, para que las acciones de las mayorías sean simple letra muerta, al igual que muchas constituciones políticas de las naciones y así, la ONU se atraviesa en el proceso de salvaguarda de la democracia o en contra de las guerras fratricidas que se viven en la actualidad.

Este proceso que se evidencia cuando la guerra de Israel contra Palestina, o mejor, contra los pobladores de la Franja de Gaza, son parte de un exterminio indiscriminado, de un genocidio que sobrepasa más de trescientos días y desde el cual no se avizora un cese al fuego o una censura internacional contra la invasión militar y contra la muerte de niños, mujeres, desplazados que conforman una población civil impotente. No hay una voluntad política o fuerza militar capaz de contener este proceso lacerante de la humanidad.

Se suma a lo anterior, la guerra desatada entre Rusia contra Ucrania y la forma como los países patrocinadores de la guerra y de la violencia, más allá de sus propias patrias, alientan para que hoy en día, estas tropas hayan trastocado su defensa patria para convertirse de la noche en invasores de los pueblos rusos adyacentes a su vapuleada zona en conflicto, lo cual recibe el beneplácito, las armas y el apoyo económico y militar de los Estados Unidos de América al igual que de la Comunidad Económica Europea.

En medio de todo esta reflexión sobre dos países en conflicto, qué decir de los procesos de violencia que aquejan gran parte de la humanidad en África, Asia, los pueblos árabes y por qué no decir, las guerras intestinas que padecemos en nuestro continente americano, guiados por la ambición de poder y la hegemonía de grupos antagónicos que se polarizan permanentemente en un horizonte perdido de las comunicaciones y de las posibilidades de encontrar acercamientos para la convivencia humana.

La ONU, al igual que la OEA y otras tantas organizaciones que se han creado para la paz y la convivencia pacífica de los pueblos, entran en contradicción en el seno de sus propias instituciones por la manipulación que los gobiernos imperialistas desarrollan y avasallan el resto de la humanidad, y llegará el momento, llegará la ocasión en la que repitamos la barbarie de la torre de Babel, donde el lenguaje no sea suficiente o no tenga la capacidad de acercarnos, sino que por el contrario, sea la fuente generadora de distanciamientos y de polarización ideológica, que se pretendía haber superado por las vías diplomáticas o de correspondencia y apoyo de unas naciones y de otras, tal como debe pregonarse en las doctrinas religiosas de solidaridad y de apoyo mutuo entre los desvalidos.

El capital, los intereses económicos, las guerras y la inestabilidad de muchas naciones en el mundo, parecen ser la guía en la racionalización de las relaciones entre los pueblos y por tanto, los países del tercer mundo, seguiremos siendo víctimas de dichas confrontaciones y de la imposibilidad de una paz y una convivencia universal, como debería ser el sueño de cualquier ser humano.

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