Por: Carlos Tobar
La intervención del ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, en el congreso de Analdex, la organización que aglutina a las empresas dedicadas al comercio internacional de la producción nacional, fue una exposición sintética de las graves dificultades que agobian al gobierno nacional. Sobre todo, el estado calamitoso de las finanzas públicas.
Si alguien quiere tener una radiografía de ese estado le recomiendo ver, en la página web del ministerio el video correspondiente.
No me voy a detener en todos los múltiples aspectos que trató el ministro. Pero, si quiero hacer referencia, así sea marginal, a algunos tópicos que me parecen importantes.
El primero tiene que ver con el peso creciente de la deuda pública en el presupuesto nacional. Todos los años, desde hace 30 años, cuando nos metieron en el modelo económico de la globalización financiera al entregar la soberanía económica sobre el ahorro nacional, perdimos una parte sustancial con la que países que se precian de independientes, fundamentan su desarrollo autónomo. Al ceder, sin contraprestación alguna los negocios al gran capital en el mercado nacional, (que puede hacer los negocios pingües que quiera, hasta el extremo de llevarse las utilidades totales, repito creadas en la explotación del mercado nacional, hacia sus casas matrices), estamos negando el desarrollo propio.
Un país que renuncia a ese ahorro, vital para reinvertir en las miles de necesidades de la sociedad colombiana, está condenado al atraso. Que se traduce, entre otras cosas, en la dependencia continuada al crédito internacional, institucional (FMI, Banco Mundial, BID, Carf…, o privado: los grandes bancos que gestionan los intereses del gran capital financiero mundial.
Desde la pandemia del año 2020, la tasa de endeudamiento del país ha sido creciente. Hoy una parte sustancial del presupuesto nacional se dedica a pagar esos créditos externos e internos que, para agravar la situación, no se dedican a invertir en el desarrollo económico nacional, sino a funcionamiento. Tras de cotudos, con paperas.
Pero, lo más grave, a mi juicio, es que el gobierno actual, como los anteriores, propone las mismas soluciones fallidas. Incrementar impuestos, sobre un aparato productivo que no crece, porque el país no tiene una política nacional de desarrollo económico, es como pedalear en una bicicleta estática. Lo preocupante, es que mientras nosotros como país nos estancamos, el mundo sigue avanzando.
La propuesta de incremento de impuestos para cuadrar a machetazos los gastos del gobierno nacional en las actuales circunstancias, está logrando el objetivo contrario del buscado. Basta un ejemplo, por estas calendas se están presentando las declaraciones de renta de los trabajadores asalariados de clase media y de pequeños y medianos empresarios nacionales, afectados por la anterior reforma tributaria que, están viendo como sus impuestos han aumentado de manera significativa. Otra reforma, orientada a los mismos sectores, será darse un tiro en el pie. ¿A eso está jugando el gobierno Petro?
Neiva, 26 de agosto de 2024
