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La importancia de tener una almohada buena para dormir

Sep 6, 2024

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El descanso adecuado es esencial para la salud, y la calidad de las almohadas y colchones juega un papel clave en este proceso. Aunque suelen ser elementos que pasan desapercibidos, su renovación periódica es fundamental para evitar problemas de postura, dolores musculares y alergias que pueden afectar la calidad del sueño.

DIARIO DEL HUILA, SALUD

El descanso es uno de los pilares fundamentales para mantener un buen estado de salud, y tanto las almohadas como los colchones juegan un rol protagónico en este proceso. A lo largo de los años, la ciencia del sueño ha demostrado que el uso de estos elementos, en buen estado y adecuados a las necesidades específicas de cada persona, puede marcar la diferencia entre un descanso reparador y una noche de insomnio. Sin embargo, muchas personas subestiman la importancia de su renovación periódica, lo que puede tener consecuencias negativas para la salud física y mental.

Al igual que ocurre con los colchones, las almohadas tienen un ciclo de vida limitado. Por lo general, duran entre uno y dos años, y uno de los indicativos más claros de que ha llegado el momento de reemplazarlas es cuando, al doblarlas, no vuelven a su forma original. A primera vista, esto puede parecer un detalle menor, pero, en realidad, refleja que la almohada ha perdido su capacidad de ofrecer el soporte adecuado durante la noche, comprometiendo el alineamiento de la cabeza, el cuello y la columna.

El doctor Santiago Rojas, experto en descanso de Americana de Colchones, señala que el uso prolongado de una almohada en mal estado no solo genera incomodidad, sino que también altera la postura natural del cuerpo, lo que puede provocar dolores musculares, problemas articulares y, en casos más graves, afectar la circulación sanguínea. Estas molestias físicas repercuten directamente en la calidad del sueño, impidiendo la fase de sueño profundo, esencial para la regeneración celular y el bienestar general.

Además, las almohadas antiguas pueden convertirse en un caldo de cultivo para ácaros, bacterias y alérgenos. Con el tiempo, la acumulación de polvo, secreciones y células muertas puede agravar alergias preexistentes o incluso desencadenar nuevas sensibilidades. Esto puede traducirse en irritaciones en los ojos, la nariz o la garganta, así como dificultades respiratorias que interrumpen el ciclo del sueño, lo que conlleva una sensación de cansancio persistente durante el día. Por ello, mantener las almohadas en buen estado, lavando las fundas con regularidad y reemplazándolas cuando muestran signos de desgaste, es una recomendación clave para preservar la higiene del entorno de descanso.

Rojas también enfatiza la importancia de elegir almohadas diseñadas específicamente para cada tipo de durmiente. Las personas que duermen de lado, boca arriba o boca abajo requieren diferentes niveles de firmeza y soporte. Las almohadas modernas ofrecen tecnologías avanzadas, como la capacidad de absorber la humedad, regular la temperatura corporal y promover una ventilación adecuada gracias a orificios estratégicamente colocados en su estructura. Además, el uso de esencias relajantes e infusiones naturales en las almohadas puede potenciar la relajación, contribuyendo a una mayor sensación de bienestar al conciliar el sueño.

Las almohadas, que generalmente tienen una vida útil de entre uno y dos años, deben ser reemplazadas al finalizar este período.

En cuanto a los colchones, Alejandro Buitrago, líder regional de Americana de Colchones, recomienda prestar atención a la vida útil de estos productos, que suele oscilar entre los 7 y 10 años. El desgaste natural de un colchón afecta su capacidad para ofrecer un soporte adecuado, y las señales de que ha llegado el momento de reemplazarlo son evidentes: áreas hundidas, bultos en la superficie o la sensación de que el colchón cruje o emite ruidos cuando la persona se mueve.

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Estas señales de deterioro no deben ser ignoradas, ya que un colchón en mal estado puede generar serias molestias en la espalda, el cuello y las articulaciones. De hecho, Buitrago advierte que el uso de un colchón en estas condiciones puede incluso agravar problemas de salud preexistentes, como hernias discales o dolores crónicos. Un colchón adecuado debe mantener una superficie uniforme y nivelada, que permita que la columna vertebral se mantenga en su alineación natural durante toda la noche, asegurando un descanso reparador.

Otro aspecto relevante es que, al igual que las almohadas, los colchones pueden acumular polvo y ácaros con el tiempo. Aunque el uso de protectores y sábanas adecuadas puede minimizar este problema, llega un punto en el que la renovación es inevitable para garantizar un ambiente de sueño saludable. Un colchón que ha perdido su capacidad de soporte puede también contribuir a una mala circulación sanguínea, lo que se traduce en una sensación de cansancio y falta de energía durante el día.

Por todo esto, es importante que tanto las almohadas como los colchones se mantengan en condiciones óptimas para proporcionar el descanso necesario. Invertir en productos de calidad, adecuados a las necesidades individuales, y realizar un mantenimiento adecuado, prolonga la vida útil de estos elementos y garantiza un entorno de descanso higiénico y saludable. Como concluyen los expertos, un buen descanso no es un lujo, sino una necesidad que repercute directamente en la calidad de vida.

Un colchón promedio tiene una vida útil de 7 a 10 años. Pasado este tiempo es importante cambiarlo.

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