Por: Jaime Felipe Lozada
Es muy preocupante la situación que vive el departamento desde hace varias semanas debido a las altas temperaturas, a la fuerte sequía y a los innumerables incendios que, según las autoridades, hasta la fecha han consumido entre 15.000 y 20.000 hectáreas de bosque seco tropical, perjudicando nacederos de agua, arrasando reservas naturales, flora y fauna y poniendo en riesgo gran parte de la economía agrícola de la región y la vida de miles de habitantes de los municipios afectados, muchos de los cuales han tenido que salir de sus hogares por solicitud de los cuerpos de bomberos.
Ingentes esfuerzos hacen las autoridades locales para tratar de controlar lo que parece un imposible sin la ayuda de la naturaleza, pidiendo a gritos lluvias providenciales y la ayuda urgente del gobierno nacional a través de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, la Defensa Civil y el Ejército Nacional, para lograr contener las llamas que, como en épocas apocalípticas parecen devorarlo todo a su paso.
La Dra. Isabel Hernández Ávila, directora de la Oficina para la Gestión del Riesgo de Desastres del Huila, ha dicho que “ha ardido casi todo el Huila, lo cual ha generado una gran afectación en la biodiversidad y la economía, particularmente de los sectores que trabajan en esos entornos”. Según el IDEAM, se prevé que aumenten las temperaturas promedio en el país en los meses de septiembre y octubre.
En el Huila este aumento ya se ha manifestado con temperaturas record que alcanzan hasta los 42°C, especialmente en el norte del departamento y en nuestra ciudad capital, en donde ya se presentan incendios urbanos y en donde existe cierta preocupación por el nivel del Río Las Ceibas, principal fuente de abastecimiento del sistema de acueducto de Neiva.
Vale la pena resaltar la labor del gobernador al declarar el estado de calamidad pública inicialmente por seis meses, con el fin de coordinar esfuerzos para atender la emergencia y mitigar los impactos negativos de la misma, así como la labor de los alcaldes de los municipios afectados, quienes, con recursos limitados, le hacen frente a la emergencia. Pero, sobre todo, debemos resaltar y agradecer la labor de las comunidades y de los cuerpos de bomberos y defensa civil quienes han estado desde el inicio en la primera línea combatiendo sin ambages el fuego devorador, exponiendo sus vidas por proteger los que es de todos: nuestra tierra.