Carlos Yepes A.
En las últimas semanas, el departamento del Huila ha enfrentado una calamidad que tristemente se propagó por varios municipios: incendios forestales que arrasan con nuestras tierras, nuestros recursos y nuestro futuro. Lo que más duele no es solo ver cómo el fuego devora hectáreas de vegetación y destruye el sustento de tantas familias huilenses, sino sentir la cruda realidad de la desatención y el abandono por parte del Gobierno Nacional, que a pesar del llamado de nuestro único senador y demás mandatarios, tarda en responder ante la emergencia.
El gobierno, que debería estar al servicio de todos los ciudadanos, sin importar la región en la que vivan, ha demostrado una vez más que no todas las emergencias tienen la misma prioridad. Mientras que en otras regiones del país las respuestas ante calamidades son inmediatas y contundentes, en Huila hemos tenido que esperar y esperar. Esa demora en la asistencia no es solo un fallo logístico, es un recordatorio doloroso de la desigualdad que impera en nuestro país. Huila es parte de esa «Colombia olvidada», una expresión que hemos escuchado tantas veces, pero que duele aún más cuando las llamas arrasan con nuestras tierras y no vemos helicópteros, brigadas de socorro, ni planes de acción rápida. Somos testigos de la indiferencia, de la falta de inversión, y de la perpetuación de un sistema en el que las regiones menos visibles reciben menos apoyo.
La situación de los incendios es solo la punta del iceberg de la inequidad regional. La falta de recursos es estructural y afecta todos los aspectos de la vida en Huila: desde la salud, la educación, la infraestructura, hasta el manejo de emergencias. Pero lo que se ha evidenciado con esta tragedia es la desconexión de un gobierno central que, a pesar de las súplicas de autoridades locales, tarda en reaccionar. ¿Es acaso que nuestros gritos de auxilio son menos audibles desde Bogotá? Las inversiones del Gobierno Nacional son desiguales. Si comparamos las cifras de asignación de recursos y proyectos en regiones como la capital o el Caribe con lo que llega al sur del país, la diferencia es abismal. No es solo un tema de dinero, es un tema de compromiso y voluntad política. En situaciones como estas, el mensaje parece ser claro: la vida en Huila, al igual que en otras regiones periféricas, vale menos a la hora de tomar decisiones.
El resultado de esta indiferencia no es solo la pérdida de recursos naturales, es la profundización de la brecha social y económica entre las regiones. Mientras que otras zonas avanzan con proyectos de desarrollo, nosotros seguimos apagando incendios —literal y metafóricamente— con recursos limitados y con una lentitud gubernamental que solo añade más leña al fuego de la desesperanza. Este no es un llamado de atención más. Es un grito de angustia y frustración. Las regiones como el Huila merecen más: más atención, más recursos, más infraestructura para prevenir y combatir desastres. No es aceptable que tengamos que esperar hasta que la situación sea crítica para que se nos escuche.
El Gobierno Nacional tiene una deuda con nosotros. Ya el Senador Carlos Julio González viene reclamando con razón después de dos años de gobierno, un plan serio y a largo plazo que contemple inversiones que permitan a nuestra región desarrollarse de manera equitativa, pero sobre todo, que nos proteja en momentos de calamidad. ¿Cuántas hectáreas más tienen que quemarse? ¿Cuántas vidas más tienen que perderse para que nos tomen en serio? En Huila, estamos cansados de ser parte de la Colombia olvidada. Queremos ser parte de la Colombia que progresa, la Colombia que recibe el mismo trato y atención que cualquier otra región. Es momento de que el gobierno deje de mirar hacia otro lado cuando nuestros campos se llenan de humo, y empiece a actuar con la rapidez y eficacia que nos merecemos.
Lo que está ocurriendo en el Huila es una tragedia que va más allá del desastre natural. Es una tragedia humana alimentada por la indiferencia y la inequidad. Este es el momento para que el Gobierno Nacional tome conciencia de su papel y se comprometa realmente con las regiones que históricamente ha dejado de lado. El Departamento del Huila no puede seguir pagando el precio del olvido.
cyepes@hotmail.com