Alvaro Hernando Cardona González
Aprendamos un poco sobre los ecosistemas de agua dulce que cubren alrededor del 0.8% de la superficie de la Tierra y dan hábitat a organismos como reptiles, anfibios y a más del 40% de las especies de peces.
Son dos tipos principales de sistemas acuáticos, dependiendo de si sus aguas están en movimiento o en calma: los ecosistemas lóticos, también conocidos como ecosistemas ribereños, o corrientes hídricas, cuyas aguas están fluyendo siempre, a excepción de cuando hay época de sequía cuando se reduce este movimiento; y los ecosistemas lénticos, formados por aguas estancadas, quietas, o depósitos, como es el caso de los lagos, estanques, acequias, charcas estacionales y pantanos.
Una gran diferencia entre estos dos ecosistemas, son sus plantas. En los ecosistemas lóticos, se encuentran algas, plantas flotantes y enraizadas e invertebrados, como cangrejos y gambas, anfibios como ranas, salamandras y reptiles como serpientes de agua y caimanes. En el caso de las aguas estancadas o lénticas, al contar con una mayor penetrabilidad de la luz, pueden sustentar una gran variedad de plantas acuáticas
Es usual que se trate mucho sobre aguas lóticas, y poco sobre las lénticas. Pero estas pueden ser los modelos pilotos para definir las mejores maneras para el manejo y aprovechamiento adecuado de los recursos hídricos. Y por supuesto, pueden los ser modelos pilotos para una adecuada gestión ambiental para la conservación de cualquier ecosistema.
Cabe anotar que en la conservación y recuperación del agua como recurso natural, la articulación institucional es fundamental. “Lo ambiental no sólo es un aspecto ecológico; es un aspecto relacionado con las tierras, su tenencia y uso; es de saneamiento básico; es incluso de contención de la corrupción”.
Hay que revisar los usos y tenencia de tierra que tienen corrientes o cuerpos lagunares. La Procuraduría General de la Nación ha empezado a exigir un inventario de las tierras públicas, y ha dado un privilegiado lugar a aquellas tierras ocupadas por el agua, y que por tanto, son necesarias para el ambiente natural de la Nación.
El desarrollo agropecuario es inescindible del agua. Y así prácticamente lo es toda actividad industrial, de ahí que se halla inventado el índice de la llamada “huella hídrica” (medición del el uso directo o indirecto que hacemos del agua dulce en el planeta).
Somos agua, necesitamos el agua y nuestro entorno vital la necesita también. Dejemos los discursos y planifiquemos diferente el territorio y el desarrollo si queremos lograr resultados diferentes. El agua es vida y desarrollo para todos.